¿Qué pasará al día siguiente?

Fermín Bocos
23:20 • 12 dic. 2017

La gran paradoja de la situación política por la que atraviesa Cataluña es que las elecciones del próximo día 21D en vez de clarificar el panorama, a la postre, lo compliquen o no resuelvan nada. Al decir de las encuestas los comicios se saldarán en un empate entre los partidos independentistas y los que rechazan la secesión de Cataluña. Así las cosas cabe preguntarse qué puede pasar al día siguiente. No se puede descartar que podamos ver de nuevo un gobierno de coalición formado por los separatistas. 
Pese a las diferencias afloradas durante la campaña electoral entre ERC (Junqueras) y JxCatalunya (Puigdemont) comparten un objetivo político y esa es su ventaja frente a los partidos que como Ciudadanos o el PSC han declarado (a mi modo de ver con más prejuicio que juicio) incompatibilidades recíprocas.
Si éste pronóstico se convierte en realidad: vuelta a un "Govern" de mayoría independentista, tendríamos que armarnos de paciencia ante la presumible reiteración de actos de deslealtad política. Atemperados, sin duda, por la experiencia vivida tras la aplicación del 155, pero aún así, igual de irritantes. Claro que ante semejante posibilidad se abren otros escenarios. Si la aritmética post electoral lo permitiera, PSC y Ciudadanos deberían arrinconar los respectivos discursos excluyentes y -contando con el apoyo ya explicitado por el PP- podrían intentar formar gobierno. En coalición abierta o respaldando en el "Parlament" al candidato del partido más votado o a al segundo como ocurre en Cantabria donde Miguel Ángel Revilla ocupa la presidencia de la Comunidad pese a ser líder de un partido con menos votos y escaños que el PSOE que es quien le apoya. 
A esta fórmula se apunta Miquel Iceta, pero si, como apuntan las encuestas Inés Arrimadas consiguiera una ventaja sustantiva, habría llegado el momento de recordar a los socialistas que Albert Rivera (Ciudadanos) apoyaba a Pedro Sánchez cuando pudo ser el nuevo inquilino de La Moncloa. Visto lo que está en juego parecería lógico exigir a nuestros políticos más generosidad y menos prejuicios a cuenta de un tacticismo exagerado.







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