Asegura el portavoz del Grupo Municipal del PSOE, el senador Juan Carlos Pérez Navas, que el hecho de que todavía no se hayan presentado los presupuestos municipales para 2018 supone “un síntoma del fracaso político del alcalde, de la incapacidad, de la falta de eficacia y de gestión del equipo de gobierno del PP, que no es capaz de terminar un presupuesto a tiempo, como obliga la Ley, para que entre en vigor el próximo 1 de enero”. Hasta ahí todo correcto. La oposición está para decir eso y más. Ahora bien, no conviene olvidar que para cerrar un acuerdo presupuestario, un gobierno en minoría necesita que otros partidos de la oposición voten a favor o se abstengan, y que el PSOE, incluso antes de conocer los presupuestos, ya anunció su voto en contra. El equipo de gobierno del PP negocia con Ciudadanos y estos, también en su papel, estiran al máximo el chicle. Todo normal. ¿Conclusión? Los presupuestos se aprobarán a primeros de año tras un acuerdo del que todo el mundo dirá que sale muy contento. Pero volvamos a las declaraciones del senador socialista. Quizás haya quien piense que si el señor Pérez Navas fuera alcalde esto ya estaría solucionado. Ahora bien, hay un indicio fiable de la capacidad del señor Pérez Navas en este sentido. Basta repasar qué es lo que pasó con los presupuestos durante los últimos cuatro años de gobierno municipal del PSOE con Pérez Navas como Teniente de Alcalde. Veamos: año 2000, aprobado el 31 de enero, entró en vigor a principios de febrero. Año 2001, aprobado el 13 de marzo, entró en vigor en la segunda quincena. Año 2002, aprobado el 25 de febrero, entro en vigor días después. Año 2003, aprobado el 26 de febrero, entró en vigor a principios de marzo. Y todo ello con gobiernos en mayoría. Evidentemente, cuando Pérez Navas habla de incapacidad, de falta de eficacia y de gestión, conoce bien el tema.
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