Los diversos cronistas de los Reyes Católicos, sin haber asistido en su mayoría a los acontecimientos que narraron, han transmitido con más o menos detalle la capitulación y entrega de la Almería musulmana en diciembre de 1489 y su integración en el reino de Castilla.
De entre estos cronistas, Alonso de Palencia, fallecido pocos años después, en 1492, nos ofrece interesantes pormenores referentes al recibimiento que hiciera el rey Fernando al Zagal, describiendo detenidamente el banquete que le ofreció cuando fue a someterse, o circunstancias tan llamativas como la descripción de la indumentaria que vestía y aspecto físico del rey moro.
En este artículo es mi intención centrarme, no obstante, en la descripción de los hechos tal y como los cuenta un testigo presencial, un humanista italiano, destacado consejero de los Reyes Católicos y asiduo acompañante de los mismos.
Este no es otro que Pedro Mártir de Anglería, llegado desde Milán a la corte de los Reyes a instancias del conde de Tendilla con la finalidad de instruir en las letras latinas a los hijos de Fernando e Isabel y otros jóvenes nobles de la corte, entre ellos el futuro marqués de los Vélez, Pedro Fajardo.
Pedro Mártir describió sus vivencias a través de una extensa e intensa correspondencia mantenida con numerosos personajes ilustres de la época a los que informaba con asiduidad de cuantos acontecimientos era testigo en la corte de los Reyes Católicos.
Toda esa amplia correspondencia, escrita siempre en latín, vio la luz por primera vez en 1530 en la imprenta de Alcalá de Henares bajo el título de Opus epistolarum. Pues bien, en la carta que figura con el número 80 de esa edición, Anglería relata a Arcimboldo, cardenal de Milán, los acontecimientos en relación con la toma de Almería. Reproduzco con sus palabras un extracto traducido de la misma:
“Arreglados los asuntos de Baza el día 7 de diciembre se dio orden de que cada cual se provea de alimentos para diez días y sigan las banderas por dondequiera que fuesen….. A la retaguardia va la reina para que nadie retroceda. Sobre la marcha nos abre las puertas la insigne plaza de Purchena…. luego emprendemos la subida a la sierra de Filabres (seguramente por Macael), que casi toca el cielo, y la coronamos con enormes dificultades.
A la intemperie pasamos aquella noche entre nieves y torrentes helados. Muchas caballerías y no pocos infantes aquella noche quedaron helados de frio. Era tan violenta la rabiosa furia de los vientos, que apenas si podían sostenerse en pie los caballos…. Al día siguiente nos recibió Tabernas quedándonos allí un día entero y dos noches. Se nos trae noticias de que por medio del conde se han sometido al poder real las plazas de Abla, Fiñana, Serga (Gérgal) y Abrucena cada una con las aldeas vecinas. A la misma hora llegó desde Guadix un ilustre caballero enviado por el Zagal para que le anuncie al Rey que el rey vencido viene en son de súplica a su vencedor. Para que le resulte más breve el camino al Zagal salió el Rey del campo de Tabernas el día 23 de diciembre.
A tres millas de allí vimos a lo lejos aparecer a Zagal. A su encuentro fueron enviados algunos magnates, a cuya comitiva yo me agregué. Al acercarse, nosotros lo saludamos coma a un Rey, por orden de nuestro soberano. Trasladado el vencido a presencia del vencedor, inmediatamente descendió aquel de su caballo y, en actitud suplicante, en prueba de servidumbre, pidió al Rey la mano para besársela.
No consintió Fernando esta humillación, y porque no era decoroso que un Rey, aunque vencido y despojado de su reino, saludase a otro Rey, aunque vencedor, de forma tan humillante, le mandó levantarse y montar inmediatamente en su caballo.
Y así, de igual a igual, después de abrazarse, vencedor y vencido, se dirigieron los dos hacia nuestras tiendas, emplazadas en la costa almeriense, a once millas de Tabernas, dando vista a la misma Almería…al día siguiente, por mandato del Zagal, se nos entregó Almería” (era por tanto el 24 de diciembre).
Reproduzco a continuación en latín las palabras exactas que utilizó Anglería para manifestar la impresión que le produjo las bondades del clima de nuestra ciudad:
“Almería, domus veneris, autumnus perpetuus, stridentibus alibi horrenti frigori cunctis, decantatos hic hortos hesperidum reperimus”
“Almería, mansión de delicias, otoño perpetuo, mientras en todos los otros lugares tiritan de frio pavoroso, aquí encontramos los elogiados jardines de las hespérides”
“En su alcazaba”, continúa Anglería, “celebramos el día de la Navidad del Señor con solemnes ritos, celebrados por los Capellanes de la Reina, que allí estaba presente.”
El P. Tapia que, como siempre, da muestras de una asombrosa erudición, asegura que la celebración del día de Navidad no pudo ser en la mezquita ya consagrada de la alcazaba por encontrarse ésta destruida por un terremoto que tuvo lugar dos años antes, y lleva la celebración al paraje de Arboleas-Alhadra, donde existía una residencia-palacio de los reyes de Almería.
El texto latino de Anglería, que no consultó, y sí una traducción del mismo, no deja sin embargo, lugar a dudas: postero die ex imperio Zagalli sese nobis Almeria dedit..In eius arce summa dominicae natalis diem nostru ritu…celebramus ; queda bien claro, “en la elevada fortaleza de ella (de Almería) (in eius arce summa) celebramos el día del nacimiento del Señor”.
Seguramente el terremoto no había sido tan catastrófico como piensa el P. Tapia o bien los daños ya habían sido reparados dos años después de aquel.
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