El año pasado fue objeto de polémica un tweet de Pedro Sánchez al inicio del Ramadán, en el que daba “un gran abrazo a toda la ciudadanía de confesión musulmana, en especial a la española, en este mes de reflexión y solidaridad”.
Algunos lo justificaron diciendo que el secretario del PSOE haría lo propio con la comunidad cristiana en alguna otra festividad religiosa. En vez de eso, durante esta Semana Santa su partido ha pedido explicaciones de por qué las banderas nacionales ondean a media asta para conmemorar la efeméride.
Está en su derecho y, probablemente, en su razón de hacerlo, al ser el nuestro un Estado aconfesional. Pero ya me dirán si esto no es medir con diferente respeto, o simple acomplejamiento, la celebración de una festividad religiosa u otra.
Es que la moda de lo políticamente correcto está produciendo el que haya dos varas de medir, como si la exhibición de iconografía cristiana o algo que se le parezcan hiera por sí misma a otras sensibilidades religiosas, mientras que a quien diga lo propio de símbolos islámicos se le cae el pelo.
En el fondo, nadie tiene que rasgarse las vestiduras por nada: quien quiera vivir su religiosidad estos días, que lo haga, sin olvidar que la eclosión procesional de los últimos años (incluyendo su despliegue televisivo) se debe a motivos de espectáculo turístico y de participación festiva de muchos ciudadanos que en su intimidad pueden ser unos perfectos agnósticos.
Dejemos, pues, a la religión en paz, que ni ofende ni trata de imponerse a los demás como era lo preceptivo en un tiempo lejano que la mayoría de la población, por fortuna, no recuerda sino de haberlo leído en libros de Historia.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/149189/la-religion-ofende