Mayo, el mes florido, es tiempo de casamientos, de excursiones, de planes para el verano. Este año, en España, es mes en el que políticamente puede ocurrir casi de todo: desde el ‘arreglo’ de la situación en Cataluña -bueno, arreglo provisional en todo caso, claro_ hasta que haya que repetir elecciones, y entonces ya veríamos. También será el mes que previsiblemente contemple el reforzamiento de los pactos que consoliden a Mariano Rajoy en La Moncloa al menos hasta que, a finales de 2019 o en la primavera del 20, convoque las elecciones generales, y entonces también veremos lo que ocurre: según el peculiar calendario político hispano, falta una eternidad para eso.
Así que ya digo que es mucho lo que va a suceder en las semanas que vienen. Entre otras cosas, tendrá Rajoy que solucionar la crisis en su partido, un PP que, como se verá ya el próximo miércoles en Madrid, tiene un boquete en la capital, además de en Cataluña, en Andalucía -dicen las encuestas-, en Valencia y en el País Vasco, al menos.
Quienes saben de política aseguran que es imposible ganar unas elecciones generales sin tener una mayoría en Madrid y Andalucía y sin contar con un buen granero de votos en Cataluña. El PP sigue siendo fuerte en Galicia -y todas las miradas se dirigen ahora al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo-, en Castilla y León -ahora, el salmantino Mañueco sustituirá a Juan Vicente Herrera al frente de la Junta-, en Murcia y conserva una plaza relativamente fuerte en Madrid, pero con las encuestas avisando de un dramático descenso en la capital. El ‘caso Cifuentes’ ha ocasionado un daño al partido gobernante que aún resulta difícil de evaluar, pero el destrozo en la CAM ya está hecho, y lo comprobaremos cuando, el próximo día 2, el omnipresente vicesecretario Pablo Casado y la vicepresidenta Sáenz de Santamaría sean casi los únicos ‘populares’ en comparecer en la otrora glamurosa fiesta conmemorando el alzamiento contra la Francia napoleónica.
Ya comprobaremos si los pronósticos que dicen que SSS y Casado serán los candidatos para la reconquista de Madrid se cumplen; no me parece que la vicepresidenta esté muy convencida a la hora de aceptar ese destino que algunos le proponen, cuando las encuestas dicen que el ascenso de Ciudadanos amenaza la hegemonía de los populares en la Comunidad madrileña. En todo caso, auguro mucho morbo periodístico en el pasilleo de la Casa de Correos este miércoles.
Lo de Cataluña pinta bastante peor para el PP. El mantenimiento de la aplicación del 155 ha arrasado con el escaso apoyo que el partido gobernante aún tenía en esta Comunidad. Alguna solución de urgencia habrá de arbitrar Rajoy para mantener siquiera una presencia testimonial en el territorio, más allá de lo que representa el delegado del Gobierno. En Valencia, las corruptelas pasadas han dañado muy seriamente al partido, y en Andalucía, la otra gran región política, los sondeos indican invariablemente que el PP no logrará destronar a los socialistas y que, lo que es aún peor, que Ciudadanos morderá una buena parte del voto ‘popular’ en la región.
Hay que ser muy miope para no darse cuenta de que el partido que gobierna en España desde finales de 2011 está bastante enfermo. Necesita una renovación más allá de cambiar la gaviota, o el charrán, por una encina modernista. Ciudadanos está ‘tocando’ a los militantes regionales más válidos, una OPA hostil cuyas consecuencias aún no se han comenzado a visualizar. El partido más numeroso en militantes, en sedes y en implantación, el que hasta el momento aparece como el más cohesionado, pierde gas, fuerza y liderazgo, y este mismo mes de mayo tendrá que empezar a implementar soluciones radicales. Previsiblemente, no lo hará, porque el jefe máximo anda como distraído, sin duda preocupado hasta mucho más allá de lo que su calma proverbial deja entrever, por lo que está ocurriendo en Cataluña y no solo en Cataluña, claro. Rajoy, o alguien, necesita tiempo, dedicación y voluntad para reparar las enormes vías de agua que se le han abierto a su partido, que es sin duda una formación necesaria para la estabilidad del país.
Como decía al principio, mayo es mes de casamientos. Que es lo que el PP y España, necesitan: pactos, acuerdos, mucho más que lanzarse desde ya a la preparación de las batallas electorales que se nos echan encima, quién sabe si Cataluña la primera y Andalucía la segunda. Cómo saberlo si apenas estamos entrando en el proceloso mar de los sargazos de mayo.
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