Pablo Casado es el líder del PP porque el marianismo se rompió por dentro. La renuncia de Feijóo a competir con Soraya Sáenz de Santamaría (frenó al saber que la ex vicepresidenta presentaría su candidatura) y la derrota de Cospedal en la primera vuelta de las primarias, hicieron el resto.
El antisorayista Feijóo y la Cospedal derrotada unieron sus fuerzas para impedir el triunfo de Soraya en turno de compromisarios, tras su victoria en el de militantes. Su control sobre los aparatos organizativos se concertó, a su vez, con el tirón mediático de los exministros "resentidos" con la vicepresidenta (García Margallo, Jose Manuel Soria, Juan Ignacio Zoido, Rafael Catalá y otros). Una coalición "negativa", ante el enemigo común, unidos más por la aversión a Soraya que por la confianza en la valía del inexperto Pablo Casado.
Todos ellos, al igual que los compromisarios, se rompieron las manos aplaudiendo a Rajoy en su discurso de despedida. Pero de Rajoy hacia abajo había estallado ya la guerra interna que rompió el marianismo y acabó beneficiando al ex jefe de gabinete de José María Aznar. Lo cual colocó en los circuitos el mensaje de una presunta victoria del aznarismo.
Así llegó Casado a ocupar el trono vacante del PP. "Por la puerta de atrás", "como Sánchez y su moción de censura contra Rajoy", dicen los defensores de la derrotada causa de Soraya. Avisan sobre las dificultades de Casado para articular un discurso creíble. ¿Acusará a Sánchez de haber entrado en Moncloa por el atajo de una moción de censura y sin ganar unas elecciones? Se arriesga a que le digan: "Igual que usted", si asumimos que las primarias del PP han sido una moción de censura contra Soraya y que Casado fue derrotado por ella entre los militantes.
Los analistas, en resumen, coinciden en el fin del marianismo y el retorno a las esencias fundamentales del PP. Algunos opinan que la moción de censura en realidad no era contra Soraya sino contra el propio Rajoy. No lo creo. No tendría sentido atribuir solo a lo bien que los españoles sabemos agradecer los servicios prestados, cuando las viejas glorias se despiden de la política, si tenemos en cuenta el interminable aplauso de los compromisarios al balance que el ya ex presidente hizo de su paso por el Gobierno en su discurso del viernes pasado.
Lo que no comparto en absoluto es que ha ganado el aznarismo, aunque sea la versión circulante. Insisto en que la victoria de Casado no nace en un repentino rechazo del marianismo sino de la ruptura de este en una verdadera guerra fraticida.
Es la consecuencia de la vieja querella entre dos mujeres, que afloró con crudeza en el tramo final de la campaña: número dos de Rajoy en el partido, Cospedal, contra número dos de Rajoy en el Gobierno. De aquella rivalidad surgió el salto a la fama de Pablo Casado.
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