Enrique Arias Vega
20:38 • 27 ago. 2011
En el fútbol, como en las finanzas y en otros órdenes de la vida, hay quienes están arriba y quienes los sostienen desde abajo. En la Banca, por ejemplo, frente a los sueldos millonarios de los Botín, Paco González y otros pocos, se suceden despidos masivos de empleados para ajustar plantillas.
También, en contraste con los sueldos espectaculares de Ronaldo, Messi y compañía, la mayoría de futbolistas son jornaleros de un oficio que los dejará en la calle con solo treinta y tantos años. Eso, en el supuesto de que cobren todos los meses, algo que no sucede con demasiada frecuencia.
Esto último se debe a que los clubs de fútbol son unos manirrotos -como los entes públicos y otras instituciones- que, si funcionasen de verdad como empresas privadas, deberían haber echado el cierre hace tiempo.
Antes de que estalle la burbuja deportiva -que estallará, no les quepa duda-, propongo una modesta medida con la que todos los futbolistas puedan cobrar en un futuro.
Habría que hacer como en el deporte profesional de EEUU, donde los deportistas que se pierden algún partido por sanción dejan de percibir la correspondiente parte proporcional de su salario, ya que la ausencia del terreno de juego se debe a su comportamiento.
Pues bien: propongo, pues, ante tantas tarjetas amarillas, que los emolumentos de los futbolistas suspendidos vayan a un fondo para pagar a sus compañeros sin recursos.
Claro que, de adoptarse esta medida, a lo mejor baja el nivel de tarjetas, con lo que seguiríamos sin ingresos para los impagados. Pero, por lo menos, habría más deportividad en los estadios, algo que sí habríamos salido ganando.
También, en contraste con los sueldos espectaculares de Ronaldo, Messi y compañía, la mayoría de futbolistas son jornaleros de un oficio que los dejará en la calle con solo treinta y tantos años. Eso, en el supuesto de que cobren todos los meses, algo que no sucede con demasiada frecuencia.
Esto último se debe a que los clubs de fútbol son unos manirrotos -como los entes públicos y otras instituciones- que, si funcionasen de verdad como empresas privadas, deberían haber echado el cierre hace tiempo.
Antes de que estalle la burbuja deportiva -que estallará, no les quepa duda-, propongo una modesta medida con la que todos los futbolistas puedan cobrar en un futuro.
Habría que hacer como en el deporte profesional de EEUU, donde los deportistas que se pierden algún partido por sanción dejan de percibir la correspondiente parte proporcional de su salario, ya que la ausencia del terreno de juego se debe a su comportamiento.
Pues bien: propongo, pues, ante tantas tarjetas amarillas, que los emolumentos de los futbolistas suspendidos vayan a un fondo para pagar a sus compañeros sin recursos.
Claro que, de adoptarse esta medida, a lo mejor baja el nivel de tarjetas, con lo que seguiríamos sin ingresos para los impagados. Pero, por lo menos, habría más deportividad en los estadios, algo que sí habríamos salido ganando.
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