El corazón loco de Sánchez

Ninguno puede servir a dos señores simultáneamente, porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se llegará al uno y menospreciará al otro. Esto mismo, explicado con menos severidad que San Mateo, lo cantaba el gran Antonio Machín en “Corazón loco”, intentando endulzar la bigamia a golpe de maraca asegurando que es posible querer a dos mujeres a la vez y no estar mal de la cabeza. Y tengo para mí que Pedro Sánchez, que es un rockero a propulsión presidencial, cultiva poco la parcela del bolero y aún menos la evangélica, aunque experimenta en carne propia la tensión emocional del afecto múltiple o, como dicen ahora los más modernos, el poliamor. Y así, al mismo tiempo que ha prometido a Bruselas un presupuesto con los rigores y las prudencias que exige Europa, también ha consensuado con sus socios de Podemos un gran aumento del gasto. Lo que no ha explicado es cómo poder ajustar en un mismo salto la contención y la

expansión. Si lo consigue, que vayan telefoneando a Estocolmo, que ya tenemos Nobel de Economía perpetuo. Pero me temo que no se puede servir a dos señores a la vez. Lo sabe también nuestra Ministra de Defensa, Margarita Robles, que está descubriendo ahora que sus infinitas ansias de paz, tal como decía su querido jefe, el inolvidable Zapatero, chocan frontalmente con el hecho de que España cuenta con una potente industria armamentística y militar, que genera miles de empleos y que produce piezas de letal eficacia. ¿Qué hacemos? ¿Cerramos las fábricas y mandamos al paro a sus trabajadores mientras desempolvamos los discos de Joan Baez? No se puede servir a dos pasiones contrapuestas a la vez. Y si no, vayamos a Carboneras a preguntar a los vecinos si las pulsiones medioambientales de la entonces Ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, no han supuesto un freno para el desarrollo económico de toda la comarca parando un hotel que contaba con todos los permisos oficiales. Y es que la verdadera locura es intentar contentar siempre a todo el mundo.