La próxima apertura de un nuevo centro comercial, unida a la decisión de algunos grandes operadores comerciales de abandonar sus instalaciones en el centro de Almería para reubicarse en el nuevo espacio, ha situado en el centro del debate público la sostenibilidad de nuestro sistema comercial y sus efectos sobre nuestro modelo de ciudad.
La pérdida de atractivo comercial de la zona más representativa de nuestra ciudad, y por supuesto de nuestra provincia, representa un problema muy importante para los empresarios del sector, pero también para los intereses de otros colectivos, empleados del comercio, consumidores, propietarios de locales comerciales, empresarios de hostelería… En definitiva, supone un problema para la ciudad.
Con este motivo, se ponen de manifiesto algunas realidades que haríamos bien en tener en cuenta a la hora de plantear nuestro futuro comercial y de ciudad.
En primer lugar, debemos considerar el alcance que tiene la apertura de nuevos espacios comerciales. En este caso se trata de un centro comercial de 161.254 metros cuadrados que abarca un área de influencia de 674.822 habitantes, es decir, la casi totalidad de nuestra provincia. Las consecuencias más visibles o llamativas son las que se producen en el centro de la ciudad o en otros centros comerciales, pero ni mucho menos son las únicas. El cierre de establecimientos en otras zonas más o menos próximas al nuevo centro comercial es algo que siempre tiene lugar.
En segundo lugar, se pone de manifiesto que existe una saturación comercial en nuestra provincia o, al menos en determinadas zonas. No deja de ser curioso en este sentido que tenga que materializarse el problema en forma de cierres para que lo asumamos. Desde la Federación Provincial de Comercio de Asempal venimos alertando desde hace mucho tiempo del problema, para lo que solo hay que acudir a estadísticas fiables que ilustran que Almería es la segunda o tercera provincia andaluza con mayor proporción de superficie comercial por habitante. Pues bien, se nos ha venido vendiendo desde esferas de responsabilidad política lo contrario, que existe déficit de dotación comercial.
En un mercado saturado, la aparición de un nuevo agente provoca fundamentalmente un efecto de deslocalización, es decir, la actividad comercial –y con ella otras actividades– se trasladan, dejan de desarrollarse en unas zonas para hacerlo en otras. También aquí falla el análisis de nuestros políticos que consideran –o al menos eso nos dicen– que una implantación como la del nuevo centro comercial supone prácticamente en su totalidad creación de riqueza sin tener en cuenta la que se destruye en forma de ceses o traslados de actividad, empleos, servicio a los consumidores, valor de los inmuebles…
Los comerciantes asumimos la libre competencia y sabemos que son los consumidores los que con su decisión de compra “votan” a aquellos formatos o establecimientos que más les satisfacen. Las soluciones no deben venir de una mayor regulación de la actividad, sino de aplicar la que ya existe para garantizar el equilibrio entre comercio de proximidad y grandes concentraciones comerciales, tanto para maximizar la actividad empresarial como para dotar a nuestras ciudades del mejor nivel de servicio posible.
Se trata de un problema global y complejo, cuyo abordaje requiere en primer lugar de UNIÓN de los comerciantes y planteamientos a LARGO PLAZO. El comercio necesita hacer valer sus argumentos para:
• Movilizar a las Administraciones. La local y la autonómica tienen que ir de la mano, ya que en muchos casos hay que conciliar intereses de varios municipios. Convertir el comercio en un arma arrojadiza política no soluciona los problemas.
• Formar corriente de opinión basada en datos rigurosos y contrastados que como mínimo sean contrapunto de los que ponen en circulación los grupos promotores de centros comerciales y que nuestros políticos asumen sin detenerse mucho en contrastarlos.
• Promover un debate social sobre el modelo de ciudad que queremos y que del mismo se deriven decisiones que se plasmen en Planes de Ordenación Urbana en los que se prevean dotaciones para el comercio de proximidad en los nuevos desarrollos urbanísticos: dotación de locales comerciales, aparcamientos, zonas peatonales…
• Trasladar a la ciudadanía los efectos beneficiosos que genera el comercio de proximidad: mejora del atractivo y personalidad de la ciudad, contribución al medio ambiente, mejora de la seguridad ciudadana…
Entre tanto caben medidas a corto y medio plazo para dinamizar las zonas comerciales existentes como la peatonalización, la potenciación de actividades lúdicas y culturales, medidas fiscales… que en cualquier caso deben venir inspiradas y consensuadas con las asociaciones de comerciantes.
Desde la Federación Provincial de Comercio de Asempal nos ofrecemos tanto a estas asociaciones zonales como a la Administración local y autonómica para establecer cuanto antes planes de actuación.
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