A la vista de la convocatoria de elecciones andaluzas para diciembre, parece que la Presidenta descree del edulcorado CIS del militante Tezanos que da al PSOE de Sánchez el 30% de los votos, diez puntos más que al PP: Susana Díaz teme quedar atezanada en las burdamente afiligranadas tenazas de Tezanos, pues –si sigue la cosa como va- es más que probable que el día en que Sánchez se decida a convocar Elecciones más bien se las convoquen y, con sus veleidades, rarezas y egolatrías -¡homérica su expulsión pública, en la recepción en Palacio, del lugar que el doctor y su Begoña, vestidos igual que los reyes, habían usurpados junto a éstos!- haya perdido el favor que a los gobiernos nuevos suele otorgar un electorado esperanzado en el cambio. Pero si percibe que el cambio ha sido nefasto...
Susana Díaz, que usufructúa el mayor granero electoral socialista, se ha dicho “mejor sola que –tal vez- mal acompañada”, porque por miedo a que, de coincidir las elecciones andaluzas con las nacionales, el castigo a Sánchez se haga extensivo también a ella y, además de liquidar su azarosa carrera política, por vez primera en 40 años, 5 meses y 25 días el PSOE pierda el gobierno de Andalucía. Y es que desde que el 27 de mayo de 1978 se nombró presidente del Ente Preautonómico Andaluz a Plácido –algunos le llamaron don Ácido- Fernández Viagas hasta hoy todos los Presidentes han sido del PSOE. Por cierto, que don Plácido el preautonómico dimitió en abril de 1979 por su falta de vocación autonómica: dijo no ser andalucista e, incluso, no entender que alguien pudiera serlo.
El 2 de junio le sustituyó el jovencísimo Rafael Escuredo, el único Presidente líder carismático que ha tenido Andalucía, hasta el punto de darle al PSOE el triunfo eterno que goza desde entonces. Como es lógico, Guerra y Felipe no podían tolerar a nadie que les hiciera sombra, por lo que lo guillotinaron en 1984.
Sucesivamente le sucedieron tres oscuros Presidentes – Pepote Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, hasta llegar a la designada Susana Díaz.
Todos, socialistas. Y da igual el nombre: gana la marca.
No hablé nunca con Fernández Viagas. Tuve muy buena relación con Escuredo –teníamos apenas 30 años- y ambos recordamos aún un viaje memorable a Vélez Rubio, en el que al llegar a la frontera con Murcia –que había que cruzar para llegar a los Vélez- le advertí de que estábamos en el extranjero autonómico, por lo que el conductor se bajó y quitó el banderín –un hierro blanquiverde agujereado, sin escudo- colocado en la aleta del coche, un 132 celeste. Pasamos, luego, una noche divertida en el Parador de Mojácar.
Con Pepote, oscuro y de lento hablar, apenas pasé del saludo protocolario. Con Chaves, en cambio, tuve conversaciones sinceras y cordiales. Recuerdo que, a propósito del Preámbulo del proyecto de Estatuto Andaluz, le dije: “En el Preámbulo del Estatuto dicen Vds.: “Y es que Andalucía se asienta en un territorio que, vertebrado en torno y a lo largo del río Guadalquivir, constituye un nexo de unión entre Europa y el continente africano….” “Yo no soy del Guadalquivir; yo soy del Andarax y del Almanzora. Los que no estamos nucleados en torno al Guadalquivir, ¿qué somos; es una metáfora?”
No sé si influyó o no lo de la metáfora de los almerienses, pero ahora el preámbulo dice: “Andalucía, asentada en el sur de la península ibérica, es un territorio de gran diversidad paisajística, con importantes cadenas montañosas y con gran parte de su territorio articulado en torno y a lo largo del río Guadalquivir, que abierta al Mediterráneo y al Atlántico por una dilatada fachada marítima, constituye un nexo de unión entre Europa y el continente africano.”
A Griñán me lo presentó José Luis Sánchez Teruel tomando un americano en el Kiosko Amalia. Es un señor correcto, pero no me pareció carismático. Se lo dije y me preguntó: “Pero ¿qué es el carisma, Fausto” “Justo lo que a tí te falta, Presidente”, le respondí sonriendo.
Y, con Susana, sólo he hablado una vez, muy cordialmente, entre risas.
Ninguno de ellos, a lo largo de cuarenta años, ha logrado unificar Andalucía, fomentar un espíritu o un sentimiento andaluz. Seguimos existiendo las dos tradicionales, y Almería cada vez paga más caro su inclusión forzosa en un territorio al que se negó, por dos veces, a ser incluida en la configuración qe se le daba.
Fernando Villalón, el ganadero-poeta que soñaba con criar toros de ojos verdes, definió así Andalucía: “el mundo se divide en dos partes: Sevilla y Cádiz”
Me lo puso facilísimo: como no soy de Sevilla ni de Cádiz, no votaré, dada, además, la insustancialidad de los candidatos. Sería, casi, un pucherazo por mi parte.
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