La Mesa del Tren, tras los desplantes del ministro valenciano de Fomento, señor Ábalos, le ha pedido a la presidenta andaluza, la socialista Susana Díaz, que les ampare. El señor Tejada y compañía se encuentran solos y desencajados ante el ministro en su tercer aniversario. La única esperanza de la Mesa, la única de Tejada, la última esperanza de los almerienses, de los trenes que nos llevan y nos traen es la incombustible presidenta Susana. Por ello, ante el altar de la trianera socialista se inclinan y le piden ¡amparo! Por dios Susana, ampáralos, que están muy solos ellos y abandonados los vagones que por Almería circulan.
Comprando velas y gordos cirios andan en la Mesa para las nuevas manifestaciones-procesiones que ante la reina trianera de la Junta quieren hacer, solicitándole que los acoja bajo su magnánimo manto. Canticos, flores y al cielo de la política con ella. Esos varales, que se muevan con arte, que estamos en Andalucía y llevamos a la reina de la Junta; la que a todos nos ampara, la que nos defiende de los viles capitalistas, de la derecha explotadora, de la banca y sus abusivos intereses.
Almería y la Mesa del Tren se rinde ante Susana, la madre de Andalucía y le grita, y le canta: ¡Guapa, guapa y guapa! Pero los movimientos después del dos de diciembre, no sea que se vaya a enfadar la señora si nos manifestamos ahora. Puesta a amparar, querida presidenta, podría hacer lo mismo con los críos almerienses que siguen estudiando en barracones; puesta a amparar, querida madre, podría hacerlo con los cientos de almerienses que están en las listas de espera de la sanidad; puesta a amparar, podría hacerlo con las murallas de la alcazaba, pobres mías, que llevan sudando y húmedas décadas y décadas; puesta a amparar, podría hacerlo con los vecinos de los pueblos que tienen la Guardia Civil a media hora de camino; puesta a amparar, recuerde a los que una ambulancia les tarda más de media hora en llegar a sus casas; puesta a amparar, ahí tiene a los regantes almerienses, cansados de promesas de su consejero de agricultura; puesta a amparar, no se olvide de los ingleses que aún viven con la piqueta del derribo de sus viviendas sobre sus cabezas; puesta a amparar, ampare el PGOU de la capital, que tiene olvidado en algún cajón de su convento. Sigo. No creo que haga falta.
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