Si el futuro político de Pedro Sánchez es incierto dado lo heterogéneo de sus apoyos parlamentarios, el de Pablo Casado, reciente patrón del PP, tampoco está despejado. El partido que recibió tras la moción de censura que desalojó a Mariano Rajoy de la Presidencia del Gobierno hereda algunas cuentas pendientes con la justicia que aunque pertenecen a etapas anteriores actúan a la manera como lo hacen los sargazos con los barcos. Un fenómeno que, sin embargo, para desconcierto de sociólogos y demás especialistas en análisis demoscópicos, no parece menguar de manera significativa al Partido Socialista en Andalucía a pesar de tener sentados en el banquillo por el caso de los ERE a varias de sus dirigentes políticos con los ex presidentes Chaves y Griñán a la cabeza. España es "ansí" que diría Pío Baroja.
A Pablo Casado aunque no se presenta como candidato en Andalucía se le va a juzgar políticamente por los resultados del PP andaluz en las elecciones del próximo domingo. No fue cosa de Casado la elección de Juan Manuel Moreno Bonilla como cabeza de la lista de los populares pero verá su suerte asociada con quien a lo largo de la campaña no ha conseguido despertar gran entusiasmo. Si, como pronostican los sondeos, el PP pierde fuelle, la proyección a escala nacional de ese resultado amargará la navegación de los populares en lo que resta de legislatura. Legislatura que en función de los resultados del PSOE en Andalucía podría acortarse.
En La Moncloa barajan ese posible escenario y le han puesto fecha: octubre del 2019. De ser así y con las elecciones municipales y europeas de por medio (mes de mayo), Pablo Casado dispondría de poco tiempo para serenar su discurso y tranquilizar a sus partidarios a los que, quizá sin proponérselo, les ha puesto nerviosos con sus reiteradas alusiones a Vox. Este partido, cuyas expectativas de momento son virtuales, ha conseguido colarse en los mítines y debates de la campaña electoral andaluza a partir de las reiteradas e interesadas alusiones de unos y otros. Desde las filas socialistas para agitar el fantasma de la extrema derecha intentando asociara a Vox con el PP. Y desde el PP, a mi entender pecando de ingenuidad, para darles carta de naturaleza. El PP en tiempos de Rajoy, alentó el crecimiento de Podemos (facilitando determinadas operaciones televisivas) en la idea de debilitar al PSOE por su izquierda. Ahora, con la mención de Vox a todas horas, es el PSOE quien le devuelve la pelota al PP. Y Pablo Casado está cayendo en la trampa.
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