Este enero lo estrenamos con la polémica sobre el coste de los viajes del Presidente ya que el PP quiere que el asunto se trate en el Congreso. Y es que al Gobierno se le ha ido la mano calificando de “secreto oficial” los viajes presidenciales.
Desde filas socialistas acusan a los populares de querer desgastar a Sánchez ya que instan a que sea la vicepresidenta Calvo quien dé explicaciones en la Comisión de Secretos Oficiales. La petición tiene “guasa”, pero al fin y al cabo la labor de la oposiciones entre otras cosas es la de fiscalizar al Gobierno.
No quiero ni imaginar lo que hubieran dicho desde el PSOE, y no digamos desde Podemos, si alguno de sus adversarios políticos se hubiera ido a un concierto en un Falcón como hizo Pedro Sánchez al poco de llegar a la Moncloa. Seguramente sus consejeros creyeron que iba a quedar lo más “in que el Presidente se fuera a Castellón un concierto al que asistían miles de jóvenes, pero se equivocaron en la manera de hacerle llegar hasta allí.
Como se equivocan al calificar de secretos los costes de este y otros viajes de Pedro Sánchez. En una democracia no pueden ser calificados como secretos lo que cuestan las idas y venidas del Presidente del Gobierno. Como tampoco pueden ser secretos los viajes de la Familia Real.
No tengo ni idea si que el Presidente viaje en Falcón es más barato que si lo hace en tren, en coche, o en línea aérea regular, y me parece que la obligación ineludible de la Presidencia del Gobierno es explicarlo y dar todos los detalles sobre porque se ha decidido que Sánchez haga un uso continuo del Falcón.
Si a los ciudadanos nos dan una explicación razonable lo podremos entender pero lo que no es de recibo es hacer juegos malabares para no informar y andarse con engañifas.
Hay quién puede intentar trazar una línea divisoria entre Pedro Sánchez presidente y Pedro Sánchez ciudadano sin más, al gusto de la vicepresidenta Calvo que es capaz de hacernos reír con esas disquisiciones, pero en mi opinión es evidente que un Presidente de Gobierno lo es las veinticuatro horas del día y que por tanto sus desplazamientos requieren un protocolo especial aunque solo sea por seguridad. Pero insisto en que lo que no es de recibo es ese empeño en tomarnos a los ciudadanos por tontos.
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