El legado histórico

El legado histórico

Kayros
22:29 • 14 sept. 2011
Todos los años por estas fechas los periódicos vienen llenos de las barbaridades que todavía hacen algunos pueblos con los animales. Se diría que durante los meses anteriores los españoles se contienen mal que bien de su primitiva fiereza, pero nada más saltar agosto/septiembre, ancha es Castilla para la lanza y el cuchillo cabritero. La matanza pública se convierte así en una orgía de sangre elevada a religión del pueblo, pues no en vano estas ceremonias callejeras suelen coincidir con las Fiestas del Patrón. Habrá historiadores, etnólogos y demás especialistas del pasado remoto que busquen argumentos para explicar semejantes desmanes, pero quienes trabajamos con el presente no podemos soportarlo. La teoría del legado histórico parece que fuera un blindaje contra las exigencias de la modernidad. El avance del conocimiento animal y de nuestra sensibilidad choca contra el muro de piedra del legado histórico que, estando muerto y bien muerto, es incapaz de escuchar las nuevas voces disidentes. En Tordesillas, mientras españoles y portugueses dictaban tratados para repartirse el Nuevo Mundo, el pueblo alanceaba toros por las calles. Salvo pequeños matices, esta costumbre cruel ha permanecido intacta como un legado de generación en generación. Y ayer pudimos ver al Toro de la Vega, de nombre “Afligido” muriendo a manos del joven Oscar Bartolomé Hernández, un nuevo San Jorge embistiendo al dragón, aunque él, más humilde, solo se crea un Cristiano Ronaldo. No estaba solo el joven Oscar. Una cuadrilla de lanceros a caballo y con el arma en ristre le guardaba el campo para que el toro no tuviese salida. A veces protestamos de costumbres inhumanas como la ablación del clítoris en África, pero esta locura étnica de mantener el rito sanguinario contra los toros en base a no sé qué legado tiene bastante parecido. ¿Es posible que pasen los siglos y no seamos capaces de crear otras formas de diversión paralizados bajo la rémora del pasado? Parece que no. Es más, la gente de Tordesillas defiende su festejo como una obra de arte. Y Oscar escuchó el mejor piropo que se haya dicho nunca. “Eres como Dios”






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