Kayros
21:17 • 15 sept. 2011
Parecerá que la tengo tomada con el pasado y que sólo es digno de recordar el presente como ideal de vida precisamente en este momento en que todo anda revuelto. Ayer aplicábamos esta visión arcaica a los modos de diversión donde son utilizados animales para los festejos populares y veíamos las canalladas que se hacen con ellos, muy impropias ya de la nueva sensibilidad social. Hoy pongo el ojo en las fiestas que llaman tradicionales y para mí, al menos, resulta algo muy parecido. Antes de seguir quisiera advertir que respeto la libertad de diversión de todo el mundo. Cada cual entiende el mundo como le han educado y a tenor de su manera de estar en él. De lo que se protesta aquí es de que no podamos ser ni siquiera contemporáneos de nosotros mismos y de que por la presión que ejercen las costumbres atávicas tengamos siempre que repetir como la noria, por cierto un símbolo que no pocas veces acude a nuestra mente como metáfora de septiembre. Ya sé que muchos no sabrían divertirse de otro modo, pero proponer la repetición de lo mismo cada añada y cifrar el valor de lo auténtico precisamente en que es viejo y así lo estimaron nuestros abuelos, me parece excesivo. Si ustedes se toman la molestia de revisar los programas que confecciona la Comisión de Festejos de cualquier pueblo andaluz, Almería entre ellos, claro está, verán que todo gira sobre cuatro pivotes. A saber. Toros, flamenco, gastronomía y religión. Y la cualidad para valorarlos como auténticos es que sean tradicionales. Se habla pues de la comida que hacía la abuela, del flamenco puro que practicaba algún dios del cante y del toreo sin trampa cuyas esencias raramente aparecen en la plaza. Todo esto como es natural tiene sus sabios encanecidos y sus escuelas de interpretación. Les pongo por vía de ejemplo el programa de la semana cultural de Níjar. Velada flamenca; partido de fútbol entre solteros y casados, verbena, bailes regionales a cargo de las Refajonas para dar paso a la tradicional Feria de la Villa. Y como fin de fiesta el concurso “Recordando la cocina de la abuela” y otros juegos infantiles. Señor alcalde, ¿para cuándo la renovación, o no hay nada que renovar?
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