A la fuerza ahorcan. Elecciones generales el 28 de abril. Abandonado por una parte de los socios que le apoyaron en la moción de censura y sin apoyo para los Presupuestos, -salvo decisión de resistir a la manera de Numancia- a Pedro Sánchez no le quedaba otra salida que disolver las Cortes y convocar elecciones legislativas. Es una derrota política que después de lo ocurrido en Andalucía pilla al PSOE en fase de depresión y con el pie forzado para iniciar una cuádruple campaña electoral. No olvidemos que el 26 de mayo, un mes después de las generales, habrá elecciones municipales, autonómicas y europeas. Sánchez que en estos ocho meses que lleva en La Moncloa ha dado muestras de un talante helio centrista, de lo mucho que le gusta el poder y sus manifestaciones externas -los viajes internacionales, el Falcon, el boato- ha visto que la realidad le ha despertado de su sueño. La precariedad del Grupo Parlamentario socialista (84 diputados) le acabó pasando factura. Convoca elecciones arrastrado por las circunstancias. Todas las maniobras, algunas de ellas sin precedentes como la de haber delegado en Pablo Iglesias para negociar en la cárcel con Oriol Junqueras el apoyo de los separatistas a los Presupuestos, se han revelado inútiles. Estériles de cara al objetivo prioritario de Sánchez que no ha sido otro que mantenerse en el poder.
Ahora, por fin, tendrá que pasar por las urnas. Un proceso en el que las dos ocasiones que participó arrastró al PSOE a los peores resultados electorales de los últimos cuarenta años. En el análisis de coyuntura que le ha llevado a decantarse por la fecha del 28 de abril es probable que haya tenido muy en cuenta dos factores. Por una parte, la descomposición de Podemos -líos de las mareas, el rancho aparte de Errejón etc.- y el hecho, novedoso, de que al Partido Popular le ha salido por la derecha un competidor. El partido Vox que pesca en su mismo caladero. En la declaración institucional -convertida por cierto en el primer mitin de campaña-, Pedro Sánchez arremetió contra los integrantes de la "foto de Colón, las "derechas trifálicas" de la ministra Delgado, haciendo caer sobre sus dirigentes el grueso de la responsabilidad en el rechazo a los Presupuestos. Para los partidos separatistas catalanes que contribuyeron a tumbarlos apenas hubo algún reproche. Quizá porque piensa que después del 28 de abril podría volver a necesitarlos para mantenerse en La Moncloa. Dada la fragmentación del electorado, nada es descartable aunque esa misma circunstancia, como ya ocurrió en Andalucía, podría propiciar un Gobierno de las derechas. De momento, la única certeza es que el Gobierno Sánchez queda visto para sentencia.
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