Doña María González siente pena por don Francisco Miguel Reyes

Juan Torrijos
14:00 • 23 feb. 2019

La alcaldesa socialista de los Gallardos, doña María González, manifiesta que siente “pena, penita, pena” por don Francisco Miguel Reyes, concejal de su grupo en el ayuntamiento y al que arrebató en su día todas las responsabilidades políticas en el ayuntamiento al conocer que don Miguel la estaba engañando con el partido de Rivera, con el que parece va a presentarse en las municipales de mayo. Como responsable del ayuntamiento estaba en su santo derecho de quitar y dar cargos a sus colaboradores. Por lo que doña María estaba cumpliendo con su deber. 


Lo que parece chocante, en estos días en que se habla de igualdad entre los géneros, es que la señora González usa una expresión poco adecuada cuando dice sentir “pena” por él. Se imaginan ustedes que a don Francisco Miguel se le hubiera ocurrido decir que siente “pena” por doña María, que le ha quitado los cargos por sentirse engañado y que aun así siente “pena” por ella. ¿Le estaríamos diciendo machista a don Francisco? Evidentemente. ¡Y machista redomao, oiga! La expresión no deja de ser peyorativa para la persona a la que se le dirige y dedica. ¡Siento pena por él, pobrecito! El pobrecito es mío, pero sin estar en la oración pronunciada por la señora alcaldesa entra de pleno en la idea e imagen que se quiere dejar sobre la persona de la que se habla. 


Doña María González, con su expresión de “pena”, quiere minusvalorar la personalidad de una persona, en este caso la del señor Reyes, que se puede enfrentar a ella en las elecciones municipales, tras haber sido su compañero de partido (y sin problemas aparentes que se conozcan) a lo largo de tres años. Si hubiera ocurrido al revés, si el “pena, penita, pena” estuviera dedicado a doña María por parte de don Francisco le estaríamos pidiendo que pidiera disculpas, aparte de que le estaríamos llamando machista redomado y tener que soportar alguna manifestación en las inmediaciones de su domicilio o puesto de trabajo. Pero ha sido al revés.



 No sé lo que hará la señora González, ni se me ocurre darle mi opinión, si lo hiciera estoy convencido de que me sacarían en manifestación por las calles y pueblos de nuestra provincia. Haga lo que quiera doña María, pero era mi obligación dejar el mensaje de igualdad.





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