La estrategia política de "apaciguamiento" que siguió Mariano Rajoy con los independentistas catalanes generó un efecto colateral no calculado ni por él ni por Soraya Sáenz de Santamaría. Me refiero al fenómeno Vox. Hasta el intento de golpe de los separatistas en octubre del 2017, Vox existía casi de manera testimonial. Estaba larvado en las filas del PP y agrupado en torno a núcleos confesionales católicos cuyo discurso no difería del que en su día tuvo la Alianza Popular de Manuel Fraga.
En las últimas elecciones locales obtuvieron resultados irrelevantes. Todo cambió tras el desafío separatista y la posterior moción de censura que aupó a Pedro Sánchez hasta el famoso colchón de La Moncloa. El primer aviso lo dieron en Andalucía consiguiendo una docena de diputados autonómicos lo que les daba derecho a ocupar un escaño en el Senado.
Con ése registro comparecen ahora ante el electorado nacional y veremos si el 28 de abril las urnas confirman el empuje que les auguran las encuestas. La mayoría les otorgan por encima del 10% y alguna, incluso más. Es un fenómeno político a estudiar. Analizando su origen podríamos decir que se trata de una escisión del Partido Popular visto que han hecho suyo el discurso más tradicional de la derecha española. Sin etiquetas centristas ni adendas de corte liberal. Muy cerca del Aznar del segundo mandato presidencial y muy lejos de la política seguida por Mariano Rajoy cuyo legado, repudian. Pablo Casado y sus asesores han visto que era por su derecha por dónde Vox estaba pescando y por eso su reacción ha sido endurecer el discurso proclamando que caso de llegar a la Presidencia del Gobierno una de sus primeras medidas sería volver a aplicar el Artículo 155 de la Constitución, medida que permite intervenir la Generalitat y suspender la autonomía.
Más allá de la dudosa virtualidad de semejante anuncio cabe preguntar si no es un intento de lanzar un mensaje a aquellos votantes tradicionales del PP que podrían estar pensando en votar a Vox. En el escenario político actual la fragmentación de las derechas favorece las posibilidades de que Pedro Sánchez pueda seguir en La Moncloa.
Remodelado a su medida, el PSOE de Sánchez, en el asunto del futuro de Cataluña se siente cómodo en la ambigüedad y no tendría ningún escrúpulo en aceptar el apoyo de los partidos separatistas. La paradoja, favorecida por la Ley Electoral, es que Vox, que viene de la matriz del PP, puede ser el inopinado factor que podría facilitar la victoria electoral del PSOE el próximo 28 de abril.
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