La ideología independentista genera un marco mental en el que no tiene cabida nada ajeno a los dogmas de la causa. Expulsada la razón, no cabe esperar mesura a la hora de enjuiciar los hechos. Aún así me ha sorprendido que Elsa Artadi, consejera de Presidencia de la "Generalitat", haya evocado la memoria de Ana Frank -la joven judía alemana que murió en el campo nazi de Bergen-Belsen- para criticar la resolución de la Junta Electoral que emplaza a las autoridades catalanas a retirar de los edificios públicos las banderas "esteladas" y los lazos amarillos colgados por los separatitas.
Al establecer una analogía entre la situación política actual en Cataluña y la figura de Ana Frank, símbolo de la persecución y el exterminio que sufrieron millones de judíos a manos de los seguidores de Hitler, la señora Artadi ofende la memoria de quienes perecieron víctimas del Holocausto. Al no haber rectificado y pedido disculpas, la mencionada portavoz demuestra a partes iguales su ignorancia y su falta de sensibilidad.
El diputado del PSC Carles Castillo ha calificado de indecentes las palabras de Artadi. Que una burguesa -una "pija progre", en su etapa anterior a la entrada en política-, se atreva a comparar la situación catalana con la tragedia que padecieron los países europeos invadidos por el ejército alemán durante la II Guerra Mundial, quiere decir que para un fanático -los separatistas encajan en ese registro-, todo vale. Incluido la invención de hipotéticos agravios. Frente a semejante barbaridad expresada por una ciudadana que acredita tanta ignorancia, cabe preguntarse ¿cómo ha podido el Gobierno de España aceptarla como interlocutora en las reuniones que encabezaba la vicepresidenta Carmen Calvo? Porque, no nos engañemos, un grado tan elevado de fanatismo no se improvisa de la noche a la mañana. Si hoy esta señora dice lo que ha dicho es porque ayer pensaba lo mismo.
Reflexión que debería llevar a Pedro Sánchez, que en función del panorama que dibujan las encuestas podría alimentar la esperanza de repetir el pacto de la moción censura, a declarar que sea cual sea el resultado de las elecciones del 28 de abril, el PSOE nunca aceptará el voto de los diputados separatistas, los correligionarios de Artadi. Es una cuestión de dignidad.
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