La proximidad de unas elecciones han multiplicado el efecto del aldabonazo de la "España vaciada". La España despoblada grita precisamente en el Madrid superpoblado, sin que esté muy claro que un problema sea menos grave que el otro.
En todo caso, los climas electoralistas reinantes en vísperas de la llamada a las urnas han motivado a la clase política respecto a las demandas articuladas a través de las organizaciones convocantes de la marcha del domingo pasado. Eso explica la presencia de algunos políticos en la manifestación. Pero no en lugar preferente, por expresa indicación de dichas asociaciones. No me extraña. Justamente en el fondo de sus quejas late el reproche a unos partidos políticos que nunca se han tomado en serio el drama de la despoblación.
No solamente son el campo y las localidades más ruralizadas los que padecen el problema de la despoblación, la falta de servicios adecuados, el abandono de los jóvenes por falta de oportunidades y el olvido de los poderes públicos. También muchas capitales de provincia y pequeñas ciudades tienden a perder habitantes, mientras que las grandes ciudades tienden a ganarlos. En opinión de los expertos, el vector más grave del problema es la desatención pública. Es decir, la desidia de los sucesivos gobiernos combinada con la falta de interés de las sucesivas oposiciones parlamentarias.
Así que no es de extrañar que las plataformas organizadoras de la marcha del domingo pasado hayan vuelto a sus lugares de origen con la sensación de que tampoco ahora tienen muchos motivos para creer que, por fin, los poderes públicos acudirán al rescate de lo que con tanto acierto describe Sergio del Molino en su ensayo sobre "La España Vacía". En este ocasión, eso sí, los organizadores han tenido a su favor la proximidad de unas elecciones, lo que siempre mejora la disposición al compromiso de los que gobiernan y de los que aspiran a gobernar. Esperan los promotores de la "revuelta" que en esta ocasión su grito no se quede congelado en los telediarios del domingo y luego si te he visto no me acuerdo.
La última vez que un Gobierno quiso mejorar el medio rural y el bienestar de sus gentes fue con la ley de desarrollo sostenible del medio rural (diciembre 2007). Pero se quedó en papel mojado. Y tampoco se ha traducido en medidas concretas el reconocimiento de que falta una política de complementariedad entre medio rural y medio urbano, aparte de los mandatos de la UE.
La despoblación ha castigado estos años a municipios pequeños y medianos en aras del freno al déficit público. Y lo cierto es que, coincidiendo con la "revuelta" de la "España vaciada", los partidos políticos han participado en una carrera por ver quien empatizaba más con los manifestantes.
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