Ciudadanos nació para frenar a los partidos independentistas que pretenden romper el marco constitucional. Y para ser un partido bisagra defensor de una idea de España formada por una sociedad de hombres y mujeres libres e iguales. En 2016 a nadie sorprendió que Albert Rivera pactara un amplio programa de Gobierno con Pedro Sánchez, por aquel entonces candidato a la investidura presidencial.
Tres años después, las cosas han cambiado. Tanto como para hacer irreconocibles a uno y otro en su actual discurso político. Durante la campaña electoral Sánchez le reprochó una y cien veces a Rivera la foto de Colón, el ir del brazo de Vox y, por su parte, el líder de Ciudadanos insistió en que nunca más pactaría con el "PSOE de Sánchez" a quien caracterizaba poco menos que como un títere en manos de populistas y separatistas. Había resucitado la idea, vejatoria desde una perspectiva democrática, de trazar lo que se conoce como un "cordón sanitario". Consigna que en el caso de Ciudadanos resultaba doblemente reprobable visto que ellos en Cataluña habían sufrido durante años semejante práctica de exclusión por obra de los separatistas.
Todo el mundo tiene derecho a equivocarse en su cálculos políticos y los de Rivera le llevaron a creer que podía conseguir el liderazgo de la derecha española desbancando a un PP a quien la moción de censura que había tumbado a Mariano Rajoy había dejado desarbolado y sumido en un mar de incertidumbres. Para conseguir el "sorpasso" entendió que debía sobre actuar en el denuesto del adversario, pasando el PSOE de ser aliado a convertirse en enemigo. Pero de las urnas no nació lo que Rivera esperaba y Ciudadanos, tercera fuerza, sigue instalado en un registro desconcertante. Critíca a Pedro Sánchez por pactar con populistas y separatistas para mantenerse en el poder, pero no hace nada para impedirlo a pesar de que está en su mano evitar tan peligrosa alianza. Ciudadanos tiene 57 diputados. Suficientes para sacar adelante la investidura de Sánchez a cambio de pactar un estudiado programa de Gobierno. Un pacto entre PSOE y Ciudadanos le ahorraría al país los estragos derivados de la demagogia política de Podemos al tiempo que frenaría el proceso separatista. Rectificar es de sabios. No es la Historia la que absuelve o reprocha en función de las decisiones políticas erradas, son los ciudadanos. Y lo hacen en las urnas. Lo que puede que no le perdonen a Rivera los votantes de Ciudadanos es que pudiendo parar una alianza de Sánchez con Podemos y ERC -según él, dañina para España-, no haga nada para impedirlo estando como está en su mano evitar semejante deriva.
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