Pasar por caja

Había pensado llamar a la columna de hoy "Paga o muere", lo que me hubiera permitido un titular de disyuntiva impactante, como los de esos novelotes de rancho y forajido que escribía Lafuente Estefanía. Pero a medida que lo pensaba veía claro que no se trataba de una elección, sino en una secuencia simple: pagar y morir. Y es que no sólo no nos libramos de la parca por pagar una serie de facturas, sino que vivimos en una época en donde la vida no parece sino una sucesión de pagos que sólo finaliza con el desembolso del sepelio, que además ya has debido dejar pagado. Les cuento esto a raíz de la idea de la Asociación Profesional de la Magistratura acerca de introducir el copago en Justicia, mediante una tasa que deberían abonar aquellos que voluntariamente recurran a los tribunales. Y digo yo que ya puestos a pagar, se podría crear una red de tribunales privados, al estilo de los hospitales más finos o, retorciendo el argumento, establecer un suplemento para garantizarte una sentencia favorable, lo cual sería una ventaja sobre los hospitales privados, que no pueden garantizarte absolutamente nada. Ya sé que los hospitales públicos no cobran, pero algunos pasan ya una facturita de mentirijillas para que el personal vea lo que cuesta tener salud. Y eso por no hablar del cada vez más probable copago sanitario. No parece que el tema pueda prosperar, pero si sigue adelante, nos ahorraremos el espectáculo de los bailaputas y las rebañabraguetas de la coprotelevisión anunciando que han interpuesto acciones judiciales por un quítame allá esas pajas.