De un tiempo a esta parte, venimos observando que se convierte en esporádica -pero persistente en el tiempo-, la costumbre más o menos exaltada consistente en hacer el saludo fascista o entonar el ‘Cara al Sol’ (más allá de que suene por megafonía). Presenciado por algunos docentes, comentado fuera de clase e incluso rastreando en determinados foros por si ocurre en otros lugares (que por supuesto, pasa).
No podemos decir - no hay un estudio de ello- que esto no ha pasado en otros tiempos (y no hay que retrotraerse muchas décadas), ni que sea algo a diario. Pero lo que sí parece es que es algo que en los últimos meses se ha puesto - como dirían algunos-, de moda (ya sabemos que algunas modas son de una inteligencia suprema)
Sin embargo, más aún, nos llama la atención y ciertamente nos deja perplejos, como se tiran balones fuera sobre el asunto, principalmente si este se difunde. Mientras algunos docentes, familias o vecinos les indigna estos comportamientos antidemocráticos y con tufo a naftalina, otros, van situándose en la escalera de la indignación o la incredulidad en posiciones y tramos diferentes. Y hablamos de docentes, familias y vecinos también, gente del ámbito educativo y por supuesto, opinadores profesionales (también historiadores en sus ratos libres), ajenos o no a la enseñanza o al centro.
Están los que se sitúan en lo que llaman la ‘gamberrada’, que les parece mal, pero que son cosas que pasan, esa ‘chiquillada’ (otro término para el tema) que probablemente - dicen- los alumnos no saben ni lo que es, que habrá sido casualidad (¿¿¿Perdón???).
Por supuesto, están los que suben sus apuestas y nos deleitan con el más que hispano, argumento ‘cuñado’ y te salen por la vía de…”Es que también hay gente que va con los colores republicanos”” o “también se escucha la Internacional”. Consideraciones y equiparaciones al margen (que no es aquí el tema) sobre himnos, banderas o regímenes pasados, diremos que en los años que llevamos no hemos escuchado por megafonía, por ejemplo, ni el Himno de Riego ni nada del estilo, tampoco he visto alumnado ponerse de pie en clase y puño en alto cantar la Internacional...lo otro, sin embargo, sí. Hablamos de los hechos comprobados, no del ‘Y tú más’. O se corta de raíz o da igual lo que diga el docente o el libro de historia.
Historia Algunos, les decimos al alumnado, que un historiador no puede explicar la historia según lo que le gustaría escuchar o lo que le gustaría que hubiera pasado, se explica lo que ocurrió a través de las fuentes más imparciales posibles. Esto ya no son los años ‘50, y por suerte conocemos perfectamente y sin extremismos, qué ha pasado en la historia reciente.
En los centro públicos, se enseñan muchos valores que de forma muy larga y complicada se han ido consiguiendo, que con dificultad se abren paso en esta sociedad abiertamente desmemoriada. Por mucha nostalgia que a algunos les profese, ciertas actitudes, ni son chiquilladas ni son travesuras, encierran un peligroso lenguaje, un guiño nada agradable que hay que desterrar de una vez por todas. Y, efectivamente, no solo hay que educar en valores y enseñar historia (adoctrinar que le llaman a los que no les gusta que les digan cómo fueron sus “héroes”), hay que dejar esas actitudes en casa- para quienes las quieren entre sus muros-, no vale solo esperar a que el profe de Historia las cuente de aquella manera entre la maraña de infinitos temarios y clases atestadas.
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