Conocido el juego de Pedro Sánchez, tengo para mí que si se repitieran las elecciones se acabaría el problema. Porque problema sería para nuestro país que el futuro Gobierno de España estuviera en manos de quienes tienen declarada su enemiga a nuestra Constitución (ERC) o son partidarios (Podemos) de facilitar el derecho de autodeterminación que exigen los separatistas. Visto que el presidente en funciones hace poco más de un mes, durante la campaña, anunciaba su intención de restaurar el artículo del Código Penal que establecía como delito la convocatoria ilegal de referendos y ahora está negociando con ERC, partido cuyo líder condenado por sedición, es partidario de volver a las andadas -"Ho tornarem a fer"- no sería descabellado pensar que semejante funambulismo sería objeto de reflexión crítica para una parte de los votantes del PSOE.
Ya una vez Sánchez fue apartado de la secretaria general del partido por estar dispuesto a pactar con los partidos separatistas catalanes. Lo mismo que ahora está intentando. Y no hace tanto que el Partido Socialista se presentaba ante la sociedad como un baluarte frente a las pretensiones de los independentistas. Los mismos a los que Pedro Sánchez quiere atarse en el Congreso a cambio de un voto favorable o de la abstención en la investidura. Los continuos cambios de criterio de Sánchez también desconciertan a una parte sensible de la parroquia socialista. Desconcierto que hemos conocido a través de las críticas de algunos de los dirigentes históricos del partido. Caso de Felipe González o Alfonso Guerra, retirados de la primera fila, pero también por parte de otros como el presidente de Aragón, Javier Lambán o el Castilla La Mancha, Emiliano García-Page. En las elecciones legislativas de los últimos años con Pedro Sánchez como cabeza de lista el PSOE cosechó los peores resultados del período democrático (85 diputados en 2016; 123 en abril de 2019 y 120 el pasado 10N. La serie demuestra que el candidato Sánchez nunca ha conseguido arrastrar a los votantes socialistas como sí lo hicieron Felipe González o Rodríguez Zapatero. Su bagaje electoral es parvo: dos victorias pírricas frente al PP y una derrota. Con esa trayectoria y ahora que ha enseñado sus cartas y el personal sabe a qué a tenerse al respecto del valor de sus palabras, tengo para mí que en una hipotética repetición de las elecciones, Pedro Sánchez habría dejado de ser un problema. Atentos a la pantalla.
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