Con el propósito de tranquilizar a los más intranquilos con el desarrollo de las negociaciones con ERC, el PSOE y Podemos se han apresurado a anunciar que Esquerra renuncia al unilateralismo. Dejando a un lado el hecho de que, en efecto, se han apresurado, precipitado más bien, a dar por hecha semejante renuncia, lo cierto es que, en todo caso, no es el partido de Rufián el que habría abandonado la unilateralidad, sino que es ésta la que le habría abandonado a él.
Con la unilateralidad del "procés", de las leyes de "desconexión", del referéndum del 1-O, de la declaración de independencia y de la república catalana, ERC no consiguió nada más allá que llevarse una porción de disgustos, bien que enmascarados por una crecida electoral y una mayor visibilidad internacional de su causa, pero es que no podía suceder de otra manera por la sencilla razón de que lo unilateral no existe. Todas las cosas tienen, como mínimo, dos lados, incluso las líneas invisibles del pensamiento y las del destino. Todo tiene, en esencia, dos lados, dos caras, desde la Luna hasta los discos de vinilo, de modo que esa supuesta renuncia de Esquerra no contiene otra cosa que la aceptación de la realidad.
Aceptar la realidad no es, como diría el filósofo Rajoy, cosa menor, o, dicho de otro modo como él, es cosa mayor. Es duro siempre aceptar la realidad, pero libera de la angustia y de la frustración de transitar todo el rato por lo imposible. ¿En qué cabeza cupo nunca que por el hecho de que el nacionalismo catalán se quitara su máscara y mostrara su genuino rostro secesionista, Cataluña iba a hacer de su capa un sayo, o, más exactamente, un sayo con la capa de España? Eso es que no era ni unilateralismo, sino tontería, una cosa sólo válida como ensoñación de fanáticos tribales, de burgueses ociosos o de reventadores de partidos de fútbol. A Rufián, que se ha vuelto tan formalito, ya no le apetece pertenecer a ninguno de esos grupos.
Lo unilateral no existe, y aunque ahora, para tranquilizar a los intranquilos por el precio de la abstención, se utilice esa verdad, no deja por ello de ser categórica. Para compensar semejante renuncia de ERC a lo que no existe, el PSOE concede hablar con Torra, que tiene lo suyo, y en dialogar "de gobierno a gobierno", algo que, en puridad, no compromete nada ni a nada. Pero, acaso sin pretenderlo, el PSOE ha proporcionado a ERC la ocasión de descubrir la seductora importancia de la realidad, de los diferentes lados de las cosas.
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