Es penoso tener que admitir que Esquerra Republicana de Cataluña, un partido separatista, tiene en sus manos la llave de la situación política española pese a tener a su líder en prisión condenado por un delito de sedición. Explotan sin el menor recato la debilidad política de Pedro Sánchez cuya investidura necesita los votos de los 13 diputados republicanos para sumarlos a los 35 de Podemos. Lo sorprendente es que en voluntaria ignorancia de que en España existe la separación de poderes entre el Ejecutivo y el Judicial exijan la anulación del juicio que condenó a Oriol Junqueras a trece años de cárcel y pidan su inmediata excarcelación a sabiendas de que quien dictó la sentencia en un juicio llevado a término con todas las garantías fue la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo.
Para apoyar la investidura también exigen que la Abogacía del Estado "haga un gesto" orientado a facilitar la puesta en libertad de su líder. Frente a semejante dislate, Pedro Sánchez calla. Anhela tanto la investidura presidencial que parece dispuesto a forzar las cosas hasta límites desconocidos. El cerrojazo informativo respecto de lo que el PSOE está negociando con Podemos y con la mencionada ERC es el síntoma de una táctica cuyo objetivo es evitar que la reacción de la opinión pública ante las cesiones a los independentistas y a Podemos malogren la investidura abriendo la puerta a repetir las elecciones. Que serían las terceras en menos de dos años.
Esa posibilidad no habría que descartarla a la vista del perfil extra constitucional que ofrecen algunas de las pretensiones de ERC. Los planes de Sánchez para ser investido antes de fin de año ya se han aparcado. Ahora se barajan la víspera de Reyes como posible cita en el calendario. Pero no pasa de ser una conjetura animada por terminales mediáticas afines a La Moncloa. Según algunas fuentes el pacto del Partido Socialista con ERC está hecho y la espera obedece a que estarían ideando la mejor fórmula para "vestir el muñeco" ante la opinión pública conscientes de que algunas de las cesiones a los separatistas excederían del marco constitucional. Como afortunadamente todavía hay jueces en España tengo para mí que podemos y debemos seguir confiando en el Tribunal Supremo. Lo que pretende o lo que haga Sánchez sólo será cosa suya.
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