La borrasca ‘Gloria’ ocasionó importantes daños en nuestra provincia, fundamentalmente en Níjar, Antas y Los Gallardos, donde el granizo ha llevado la ruina a muchas familias. Ante semejante desgracia solo cabe lo que escuché pedir a uno de los afectados con la voz rota: el apoyo de todas las administraciones a todos los afectados, para que cuanto antes puedan retomar la actividad. Para mí esto es lo realmente importante y en lo que hay que estar.
Al hilo de esta desgracia, la única pregunta que no he escuchado en los últimos días es ¿dónde ha estado el presidente de la Junta de Andalucía? Tampoco he escuchado la frase con la que se responde: en Almería no ha estado, en Málaga sí. Esa pregunta o su respuesta parece que no tienen importancia si se trata de un presidente de un gobierno de derechas. En ese caso, ni se pregunta ni se señala que no ha venido. Pelillos a la mar, no pasa nada. Pasemos a otra cosa.
Pues eso, paso a otra cosa. Esta semana mucha gente está descubriendo algo que desde hace años sufren los agricultores y ganaderos, la falta de rentabilidad de sus explotaciones, fundamentalmente debida a los precios injustos que reciben. Para que se hagan una idea, un kilo de tomates multiplica por cinco su precio desde que el agricultor lo lleva a la cooperativa hasta que se pone a la venta en cualquier supermercado de nuestro país y hasta por diez si lo compramos en una ciudad europea.
Aquí no hay recetas mágicas, pero hay que poner pie en pared y conseguir que de una vez por todas cambien las cosas. El control de las fronteras en toda la Unión Europea debe ser efectivo, como también debe ser efectivo el control de la Junta de Andalucía del etiquetado del producto que entra de fuera.
Una nueva Política Agraria Común con un presupuesto justo y que mire a los pequeños agricultores, abordar la fiscalidad del campo, los costes sociales, el precio del agua o de la energía y abolir las ventas a pérdidas son ámbitos en los que dar pasos y es la hora de andarlos.
Como es la hora de que el centro de Almería deje de ser una sucesión de locales cerrados. Desde el Ayuntamiento nos dicen que ‘En Almería la vida te sonríe’, pero deben saber que Almería sonreiría mucho más si el gobierno de la ciudad, con el apoyo del gobierno de Andalucía, se pusiera las pilas y el Paseo de Almería consiguiera tener la vida de la Gran Vía de Murcia, la calle Recogidas en Granada o la calle Larios en Málaga. Imagino que la Corporación habrá tomado buena nota de ello al pasar el testigo de la capitalidad gastronómica a la ciudad de Murcia, por citar una ciudad vecina que la Corporación municipal ha visitado recientemente.
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