Estamos a menos de un mes de que comience el verano, época que en nuestra ciudad significa temperaturas muy elevadas, mucha gente en la calle y horas de paseo y baños en el mar. Dentro de poco, será inevitable que los almerienses de todos los barrios de la ciudad acudan a bañarse en sus playas, desde Las Olas en Pescadería hasta La Fabriquilla.
Al alcalde de Almería, del PP, le está costando decidir las medidas a adoptar respetando los protocolos sanitarios que impone el COVID. Conviene recordar que, si bien la titularidad del dominio marítimo-terrestre recae en el Gobierno de España y las competencias sobre el uso del litoral en la Junta de Andalucía, son los Ayun-tamientos los que deciden qué se hace en sus playas.
No en vano, cada año, el Ayuntamiento envía a la Junta un Plan de Playas, indicando las actividades que quiere que se le autoricen, así como los servicios y equipamientos necesarios para los usuarios. Este año, a consecuencia de la pandemia, la Junta de Andalucía declaró renovados los mismos planes del año anterior, pero exigía a los alcaldes que diseñaran un Plan de Contingencias para decidir cómo se van a utilizar durante la pandemia y garantizar la seguridad sanitaria de usuarios y trabajadores.
Desde el 18 de mayo, en que la Junta dio a conocer las instrucciones sobre el uso seguro de las playas, el alcalde ha estado dando vueltas al asunto, buscando excusas para eludir su responsabilidad y, de paso, culpar al Gobierno de España de todo cuanto tenía que ver con la pandemia. Y eso, a sabiendas de que el vicepresidente de la Junta y consejero de Turismo dejó claro que son los alcaldes los que deciden si las abren o no y de que el propio presidente de la Junta y del PP en Andalucía anunció abrirlas el 25 de mayo.
Ya dijo en su momento el CSIC que ni la arena, ni el agua del mar facilitan el contagio y que, únicamente, la proximidad entre personas favorece la transmisión. Desde entonces ya tendría que haber trabajado para acometer los cambios necesarios que garanticen la salud de los almerienses; no basta con decir que están abiertas.
Imaginamos que el calor contribuirá a rebajar el temor de los usuarios y, si el alcalde no adopta a tiempo las medidas oportunas, las imágenes de toallas y sombrillas compitiendo por la arena serán la estampa de este verano en Almería.
Igualmente, entendemos que aplicar medidas de control e higiene implica gastos que quizás nuestro ayuntamiento no está en condiciones de acometer. En la mente de todos, por más que el alcalde trate de distraer la atención, está la mala gestión realizada por los sucesivos equipos de gobierno del PP en el Ayuntamiento en las expropiaciones de terrenos del Paseo Marítimo, por las que el Consistorio ha sido condenado a pagar 30 millones, cantidad que nos habría venido muy bien para acometer estas medidas y para atender tantas necesidades como venía arrastrando nuestra ciudad, multiplicadas hoy por la crisis económica y social.
Por eso, desde el PSOE exigimos al alcalde que no mienta, que se centre en trabajar, que utilice lo que le sobre del superávit después de pagar sus deudas, -dinero que ningún gobierno le va a quitar-, y que disponga las medidas oportunas para que los almerienses podamos disfrutar de nuestras playas en condiciones de seguridad. Porque es momento del trabajo conjunto desde la lealtad institucional -ésa que reclama a la oposición-, de arrimar el hombro y de trabajar por la ciudad para salir cuanto antes de esta crisis sin dejarnos a nadie atrás.
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