La frágil paz

Antonio Casado
07:00 • 22 sept. 2020

Desastre español, capital Madrid. Esa es la foto. Tan movida como la de Sánchez y Ayuso en la Puerta del Sol. Aparentemente, es la firma de la paz entre dos administraciones enfrentadas, pero la confianza no vuelve de la noche a la mañana.


Ahora nadie se libra del suspenso en la gestión nacional de la pandemia, donde el déficit de recursos, descoordinación, el falso optimismo de una desescalada prematura, las improvisaciones, el malestar de los sanitarios, la desaparición del Gobierno durante el verano, etc., no es más ni menos achacable a los gobernantes nacionales que a los madrileños. Unos, campeones de Europa en contagios. Otros, campeones de España. Acabar con los reproches mutuos y "desterrar la lucha partidista" (Sánchez dixit) era lo que pretendía el juicioso intercambio epistolar entre presidente y presidenta, cuyo fruto más fotografiable es la cita de ambos en el kilómetro cero del Reino de España (sede oficial de la CAM).


El resultado está por ver, más allá de la voluntarista coincidencia de ambos en que "estamos construyendo espacios de cooperación", "más preparados y con la letalidad más baja", si comparamos la situación actual con la que reinaba durante el estado de alarma. A los dos les conviene ese relato, orientado a evitar a toda costa un nuevo estado de alarma, aunque solo fuera en la Comunidad de Madrid, porque tendría efectos letales en todo el sistema productivo del país.



Supondría hundimiento económico y, en secuencia inexorable, malestar social e inestabilidad política. Sólo limitaciones de actividad y movilidad en las 37 zonas más afectadas por la pandemia durante al menos los próximos catorce días, a partir de este lunes 21. Con la ayuda del hasta ahora denostado Gobierno, "que no viene a tutelar sino a colaborar", advirtió la presidenta, ya consciente, ahora sí, de que "necesitamos la fuerza del Estado".





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