“Si perdemos este desafío, estarán en su derecho de mandarnos a casa”. El desafío al que se refería con estas palabras el primer ministro italiano Giuseppe Conte es el plan de recuperación diseñado por el Gobierno de Roma para hacer frente a la crisis sanitaria y económica que enfrenta el país tras el recrudecimiento de los brotes del covid-19.
¿Alguien espera escuchar algo similar en boca de Pedro Sánchez? Cuesta imaginarlo visto el análisis triunfalista que La Moncloa difunde al respecto de cómo está llevando la gestión de la pandemia y la recesión. Todavía conocemos el plan de medidas para hacer frente a los zarpazos de la crisis económica que describen todos los indicadores: del paro, la recesión o la deuda. A este respecto, parece que Sánchez no tiene otro plan que esperar a que en primavera lleguen los 140.000 millones que promete Bruselas.
Por no saber, todavía no se sabe nada del proyecto de Presupuestos habiendo concluido ya el plazo legal para su presentación en la Cortes. Las palabras del primer ministro italiano -pronunciadas ante un grupo de estudiantes- desvelan una componente de humildad personal que por aquí, en las alturas, no abunda. Se dirá que para eso están las elecciones -y es cierto- pero la democracia también es el escrutinio cotidiano de los ciudadanos a las decisiones que les afectan. En nuestro caso poder opinar acerca de la mala gestión de la pandemia durante los días de confinamiento y los de la “cogobernanza”.
En la República Checa, Adam Vojtech, ministro de Sanidad presentó su dimisión por entender que su gestión había fracasado porque los rebrotes de la pandemia habían alcanzado ¡193 casos por cien mil habitantes¡. En España tenemos 274,1 casos de promedio y hay comunidades, caso de Madrid, donde la media por cien mil habitantes se eleva a 695.
Pese a ello, salvo alguno de los responsables médicos -no los políticos- nadie reconoce el fracaso y asume las consecuencias . Entre la clase política el verbo dimitir está en desuso. En cambio lo que sigue en temporada alta es el disfraz de los hechos, cuando no directamente la mentira para endosar a terceros la responsabilidad por los errores de gestión. Descartes recomendada ser prudente y no fiarse de quienes nos han engañado una vez. En el caso del confinamiento de Madrid -decidido por Pedro Sánchez colocando de escudo al ministro de Sanidad-, de seguir los rebrotes y, en consecuencia el fracaso de la medida, ¿tomará el señor Salvador Illa el camino emprendido por su colega checo?
La vida nos da sorpresas, pero me temo que ésta no abrirá los telediarios.
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