Manuel Falces, en el laberinto de la fotografía

Miguel Ángel Blanco
07:00 • 10 oct. 2020

Más allá de una aventura con las imágenes, Manuel Falces (Almería, 1952-2010) se movió con un espíritu de indagación sobre una realidad que fue transformando, desde la conciencia crítica, hasta desvelar lo que se ocultaba detrás de su imaginación. Un mundo de imágenes, donde la Fotografía fue un instrumento de la mirada para desarrollar una gran ficción y un mundo oculto que el encuadre del objetivo fotográfico hizo posible. Cuando en 1972 Falces presentó su primera exposición (“Un día entre los días”), en Granada, ejerció la reivindicación de lo más sencillo y próximo. Con el tiempo recordaría que “la fotografía como corriente cultural, como vehículo de expresión no se entendía. El concepto de fotógrafo en la estructura social del estado entonces no era nada”. En su trayectoria fue transformando desde su mirada el lenguaje de las imágenes. 


Una gran síntesis del laberinto del fotógrafo es la exposición “Falces, El alquimista de la memoria”, del Centro Andaluz de la Fotografía (CAF). La muestra abarca todos los mundos de la imagen que Falces fue construyendo, junto a sus textos, publicaciones, artículos, series. Y aunque el montaje es confuso, indudablemente la mirada del fotógrafo está encerrada en todos los espacios de la exposición, con Matilde Sánchez, comisaria y responsable de la Fundación Manuel Falces.


Desde Nueva Lente Los tiempos de la revista Nueva Lente forman un compendio de la obra singular del fotógrafo. Aquí están sus primeras imágenes y fotomontajes, que luego recopilará en El Tránsito (1970-1990). Así surge la ficción real de imágenes ejemplares: “Anatómico forense”, “La clave de la vida”, “Chistera encantada”, “Entre nubes de cobre”. Distorsiones, fotografías de lucha desde el punto de vista estético. Falces rompe lo establecido: “El fotomontaje es la gran mentira de la clasificación a nivel de las especialidades fotográficas. Hoy día el fotomontaje puede ser cualquier cosa”. El fotógrafo impuso en este camino la fotografía como provocación, imágenes para la contestación. Falces se movió con una actitud firme para aplicar el pensamiento crítico desde la imagen fotográfica, acompañado también por el desaliento y la decepción.



La ciudad secreta Los horizontes del fotógrafo transcurrieron también por la provincia almeriense en busca de las miradas de la arquitectura, observó la memoria de los lugares arquitectónicos por donde transitó y descubrió la identidad  de la “La ciudad secreta”, una de las series más destacadas del fotógrafo. El interior de cada habitación está dominado por la sombra que permite un breve reflejo de la luz. Y después, la niebla impone de nuevo el misterio sobre la imagen.

Surge, en momentos claves, la fuerza del blanco y negro, puesta en escena con los personajes transformados. Falces inventa historias e impone la ficción como argumento fotográfico. Comparecen los fotomontajes, con personajes transformados, el sentido del paisaje nuevo. Falces contempla los cielos y la tierra para desvelar nuevos horizontes, los mapas de la memoria.



Imagina Desde su ruta en “Contrapunto Mediterráneo” (un recorrido por los símbolos del Mediterráneo, que constituye la esencia del Proyecto Imagina (germen del CAF). “Estación de Colonia” es el lugar inicial que interpreta el paisaje, donde se concilian blanco y negro y color.  “La fotografía apunta ahora a la narración, a la puesta en escena, al relato mágico”. Asume la independencia de la naturaleza y permanece lo que queda de la historia. 


Ya en tiempos nuevos, el fotógrafo observó la escena de las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro: vestuario, personajes, rostros, color difuminado para proyectar una luz escondida. Siempre hay una luminosidad refugiada en la niebla de la fotografía, cuando Falces reconstruye la imagen del teatro clásico (“La Dama Boba” de Lope de Vega).



Con José Ángel Valente Manuel Falces sintió una emoción especial con el paisaje de Cabo de Gata, que adquiere su mayor intensidad tras su encuentro con  el poeta José Ángel Valente, y de ahí “La memoria y la luz” y “Para siempre la sombra”. A lo que se une el encuentro con la mística poética, tras las huellas de San Juan de la Cruz “Las ínsulas extrañas”, acompañando a Valente. Es el instante en que la imagen reclama la palabra oculta y donde se refugia la poesía. Desfilan ideas y momentos en torno al cine, la luz y el desierto. 


En la exposición se concentra, pues, el gran laberinto del legado de la memoria fotográfica de Manuel Falces, que nunca se perderá.


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