Es más que comprensible que un socialista de toda la vida como Felipe González se sienta huérfano en términos representativos. El , que lideró el PSOE en momentos de extrema dificultad, que gobernó España, con luces y sombras, como todos, durante catorce años lidiando con circunstancias, en muchos momentos, muy extremas, mira a su partido y no lo reconoce.
Ni sorprende ni es el único español, socialista o no, que comparte ese sentimiento de orfandad. El PSOE de hoy es apenas una sombra lacia de lo que fue. Pedro Sánchez, con habilidad extrema, lo ha convertido en una alfombra por la que transita con una comodidad nunca antes vista. Antes, en el PSOE había debates y muy serios. Y había portavoces con autoridad y en fin... había partido. Ahora no. Ahora se ha convertido en una confortable plataforma del líder. ¿Cómo no se va a sentir huérfano e incluso indignado cuando tiene que escuchar a Adriana Lastra recordarle que ahora es el tiempo de los de su generación? Una nada elegante manera de decir a Felipe y a otros muchos qué mejor calladito.
La orfandad de Felipe es también la orfandad de muchos, muchísimos españoles, quizás más de los que Sánchez y Moncloa imaginan, que no dan crédito a los silencios de Sánchez ante las arengas de Bildu, ante las bravuconas de Rufián y que no dice ni media palabra en defensa de su ministra de Defensa cuando desde Podemos se le dice que está haciendo el juego al PP por recordar que el Presidente es Sánchez y no Iglesias.
La orfandad viene dada, no tanto por cuestiones ideológicas, que también, como por las actitudes incomprensibles del jefe del Ejecutivo que da por bueno que se afirme que Madrid pone en peligro la unidad territorial y esté encantado con el apoyo de Bildu vendiéndolo como un éxito porque se han institucionalizado. Hay que recordar que mucho antes de que él llegara a Moncloa, Otegui ya estaba institucionalizado hasta el punto de que Josu Ternera llegó a ser presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco. Como lo oyen: de derechos humanos.
¿Cómo no se va a sentir huérfano Felipe González y otros muchos socialistas y otros muchos españoles cuando escuchan sonoros silencios? La democracia es una conversación constante y con todos, sin exclusión, sean cuales sean sus ideas. Cordón sanitario a nadie pero una cosa es conversar y otra pactar. Ante los pactos de Sánchez, inéditos, salvo con el PNV, e innecesarios para alcanzar la mayoría suficiente para los PGE, además de Felipe son muchos, demasiados, los españoles que se sienten huérfanos.
Ay, Dios mio¡¡¡ resulta que es Madrid la autonomía que pone en riesgo la unidad territorial. ERC y Bildu los más patriotas.
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