La presentación en sociedad deL libro “Un político de verdad”, sobre la figura del exvicepresidente del Gobierno y candidato socialista en las elecciones generales de 2011, Alfredo Pérez Rubalcaba, se convirtió en un pretexto añadido para que el histórico dirigente socialista, Felipe González, reiterase su innegociable condición de militante del PSOE. Militante sí, pero no simpatizante del partido hoy representado por los equipos que lo gobiernan a las órdenes del sucesor de Rubalcaba, Pedro Sánchez. “A veces tengo un sentimiento de orfandad”, dijo cuando se le preguntó si se sentía representado por esos dirigentes. Los que de forma más o menos explícita (Lastra, Ábalos) recomiendan silencio a sus “mayores”.
Sin embargo, el expresidente se esforzó en desactivar las ganas que la parte más desafecta a la vigente línea oficial tenían de escenificar su malestar con la política de alianzas aplicada por Sánchez. Así que optó por no dar cuartos al pregonero sobre las conversaciones que tuvo con Rubalcaba sobre lo ocurrido durante los últimos cinco años. Es decir, desde las elecciones de 2015, con la irrupción de Podemos, hasta la muerte del protagonista del libro.
Pero no dejó de remachar su aversión a los compañeros de viaje elegidos por Sánchez para seguir en el poder. Sin negar legitimidad democrática a ERC y Bildu, Felipe González se limitó a reprobar el hecho de “pactar un proyecto de país con quienes quieren destruir el país”.
Del desaparecido Rubalcaba valoró que su compromiso “no mercenario” con el proyecto socialista le permitió moverse con libertad. Excelente definición del personaje entregado al servicio de su país en nombre de la causa socialista. En cierta ocasión, ya fuera de la política, en tiempo de hacer balance, dijo: “El PSOE no me debe nada, se lo debo yo todo al PSOE”.
En cualquier caso, quienes tuvimos el privilegio de tratarle en la distancia corta preferimos poner el acento en la dimensión humana del personaje. Su pasión por la familia, los amigos y los colaboradores más cercanos, se cruzaba con naturalidad con su madridismo irrecuperable, su sentido del humor y su agudeza mental.
Pero el libro, escrito por el periodista Antonio Caño, se centra más en la figura política, a través de numerosos testimonios. Una especie de memorias por cuenta de otros. Desde Rajoy hasta Zapatero. A él nunca se le pasó por la cabeza escribir unas memorias. “Lo que interesa no lo puedo contar. Y lo que puedo contar no interesa”, decía siempre.
“Un político de verdad”. Ningún otro título podría reflejar mejor la añorada figura de Alfredo Pérez Rubalcaba (1951-2019) en los degradados tiempos de la confusión que estamos viviendo.
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