La presencia en Cataluña tanto de Pedro Sánchez como de Pablo Casado da idea de que ambos dirigentes interpretan que las elecciones tienen un interés político que rebasa el ámbito autonómico. No solo decidirán el color del futuro "Govern" ,también está por ver en qué queda el tan pregonado "efecto Illa". Saber si el personal premia o castiga a quien ha estado al frente de la gestión de la pandemia que se ha cobrado la vida de no menos de ochenta mil personas. La sola elección como candidato de quien tantas críticas ha recibido por los bandazos dados durante su gestión al frente del Ministerio de Sanidad ha sido un acto que desnuda la concepción que Pedro Sánchez tiene de la relación entre ética y política. Conceptos aquí supeditados a las proyecciones demoscópicas y, librado a los "milagros" que propicia la propaganda cuando se controla el grueso de los medios audiovisuales de comunicación.
La candidatura de Illa -tras el masaje recibido por el CIS- y por los elogios que recibe de los medios afines en orden a su perfil de "hombre tranquilo, incluso aburrido" que presentan como el retorno del "seny", el sentido común, apareja cierto riesgo. Sí Illa consigue sacar al PSC de la cuarta posición en la que quedó en las últimas elecciones y su cosecha en escaños le permite ser el próximo presidente de la Generalidad, la operación diseñada desde la factoría publicitaria de La Moncloa habría sido un éxito. No sólo de Salvador Illa, también de Pedro Sánchez porque habría conseguido la absolución política de la mala gestión de la pandemia y de iniciativas políticas suyas muy polémicas llevadas a cabo durante el estado de Alarma.
En sentido contrario, sí la candidatura de Illa pincha o no alcanza el objetivo para el que ha sido diseñada, nadie se acordará de Illa y todos los ojos se volverán hacia Sánchez. No digo que las cosas vayan a suceder así, apunto que no hay que descarta nada .Entre otras razones porque dadas la evolución de la pandemia y el temor a los contagios, es probable que crezca la abstención y en ése caso, presumiblemente, quienes no se quedaran en casa y acudirán a votar serán los que siguen atrapados en el bucle de las dos opciones separatistas que concurren a los comicios.
Al respecto de la presencia de Pablo Casado en Cataluña poco se puede añadir al significado del término voluntarismo. En aquella comunidad los prejuicios contra el PP vienen de muy atrás y no es probable que cambien. Menos aún tras la aparición de Vox que ,sin duda, se llevará votos que en otras circunstancias caerían del lado de los populares que quizá puedan compensarlo pescando en las aguas de Ciudadanos, partido en vísperas de naufragio.
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