El daño que está causando la crisis provocada por el coronavirus en Almería tiene dos vertientes muy duras. La primera, naturalmente, es la tragedia familiar de cuantos han perdido algún ser querido o sufren por su ingreso hospitalario.
A todas esas personas, una vez más, quiero mostrar mi solidaridad y afecto y mi deseo de que la recuperación de los afectados se produzca con la máxima rapidez posible. El otro frente desde el que vivimos a diario el golpe de la covid es el de la destrucción de empleo que afecta a tantísimas familias y empresas de nuestra capital. Es una situación muy difícil en la que el Ayuntamiento está trabajando de manera efectiva, tras haber reorientado el presupuesto municipal hacia la ayuda directa y la creación de un marco de medidas de legales que ayuden a que quienes peor lo están pasando recuperen cuanto antes su actividad o su empleo anterior a la crisis. Pero lo cierto es que el Ayuntamiento no puede afrontar este tremendo e inesperado desafío en solitario y con su limitada capacidad económica.
A pesar de que gracias a una gestión saneada y rigurosa mantenida durante años hemos podido asumir hasta ahora el enorme coste que tiene la lucha contra la pandemia en Almería, es imposible que podamos mantener este nivel de compromiso sin la prometida ayuda del Gobierno de España. Una colaboración que, a pesar de las promesas y anuncios del propio presidente Sánchez a la Federación Española de Municipios y Provincias, aún no hemos recibido. No es de recibo que hayamos llegado a 2021 sin que municipios, provincias e islas hayamos recibido un solo euro de los fondos extraordinarios covid anunciados por el Gobierno de Sánchez e Iglesias para la recuperación y para salvar el transporte urbano. El Gobierno ofreció una partida de 3.000 millones de euros a los ayuntamientos que se distribuirían en función de la población. En ese reparto, a la ciudad de Almería le corresponderían en torno a los 20 millones de euros, de los que no hemos visto nada.
No hay que olvidar que el Ayuntamiento de Almería está cargando con unos sobrecostes difícilmente asumibles, ya que a medida que se incrementaban los contagios hemos tenido que aumentar los servicios a los vecinos y hemos puesto en marcha ayudas para el pequeño comercio, la hostelería, los autónomos y las pymes. Fuimos la primera administración en reaccionar al inicio de la pandemia activando el ambicioso Plan Reactiva 20 para servir de dique de contención al primer impacto de la crisis, pero la evolución de la pandemia nos ha situado en un contexto que hace necesaria su ampliación de cara a este año 21, que va a ser tan duro o más que el anterior. Por lo tanto, el Gobierno tiene dos opciones: o tomarnos en serio y darnos ya las ayudas que prometieron y que en ningún caso pueden estar vinculadas a la entrega de los superávits municipales, o bien seguir con este incomprensible ninguneo.
Desde la FEMP vamos a ser especialmente insistentes en esta cuestión, y no por la intención política de buscar conflictos o de confrontar, como suelen decir habitualmente en el PSOE cuando alguien no coincide con sus puntos de vista, sino porque estamos hablando, sencillamente, de poder o no poder ayudar a los almerienses. Y entiendo que esa prioridad no entiende se siglas ni de partidos.
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