Al desánimo generalizado, al hartazgo, a la desazón y hasta a la depresión que invaden nuestro entorno por razones obvias, en las últimas semanas se han unido los caprichos y la incertidumbre de la meteorología, que ha instalado un poniente huracanado en buena parte de nuestra provincia, que apenas si nos da respiro para poder desarrollar la actividad normal de cada cual, sobre todo si ésta tiene lugar a la intemperie. Por suerte, aunque la geografía provincial se halle incluida en zona vulnerable del mapa sismológico español, nuestros pueblos no viven la psicosis desatada durante las últimas semanas en los vecinos de la vecina provincia nazarí por la constante y pertinaz actividad sísmica que viven. Por estos lares almerienses, es el poniente, el “aire de arriba” que llaman en mi pueblo, el fenómeno que más altera la vida cotidiana, ya de por sí bastante truncada y turbada por esta suerte de confinamiento que, supuestamente, ayuda a que todos nos protejamos.
Casi un año hace ya que tuvimos que olvidar los usos y costumbres de cada lugar; las tradiciones, el arte y la cultura duermen obligatoriamente el sueño de los tiempos, solapado por la virtualidad de la tecnología que todo lo ha transformado. Sin ir más lejos, estamos a un día de la festividad de la Candelaria y a dos de San Blas. La situación que nos toca no impide detenernos en los peculiares acontecimientos de cada rincón o lugar, por pequeños que sean, y la celebración de tales festejos nos llevan a vivencias ancestrales que, pese al torbellino de la actualidad, reviven cada año por estas calendas.
Numerosos lugares de Europa e Iberoamérica celebrarán pasado mañana, día tres, la festividad de San Blas, el mártir armenio de Sebaste a quien la tradición cristiana ha atribuido fama de taumaturgo y de médico de cuerpos y almas. Una fiesta que se acompaña de una diversidad refranera para todos los gustos: “Por San Blas higueras plantarás e higos comerás”, “..por san Blas ajos comerás”, y uno de los más conocidos : “Por San Blas, la cigüeña verás y si no la vieres, año de nieves”; una aseveración que con cierta antelación de unas semanas ha hecho gala de sí misma en algunas comarcas de nuestra provincia, donde la nieve ha regalado algunos copos. La ausencia de la cigüeña blanca o ciconia ciconia ratifica con creces el augurio popular: La nieve ha teñido de blanco parte de nuestra geografía y el pájaro de buen agüero no se ha dejado ver en vísperas de San Blas, un santo que pasó la vida haciendo el bien, y entre sus buenas obras, según la hagiografía del eremita armenio, figura la sanación de un niño que a punto estuvo de morir a consecuencia de una espina de pescado atravesada en su garganta. Más de un centenar de pueblos y localidades españolas festejan a San Blas, al igual que en diferentes comarcas almerienses, desde la Alpujarra al Almanzora, en donde, si bien se celebra con singularidades propias, en la mayoría de los casos cuenta con elementos comunes, como la bendición de panes, roscos y cintas que se degustan o se colocan en la garganta para preservarla de afecciones y enfermedades.
En mi pueblo, San Blas se celebra desde tiempo inmemorial, con una pintoresca procesión en la que los exquisitos roscos de viento –o roscos de San Blas- , de la confitería “La Polaca”, reciben el agua bendita para transformarse en “medicina santa”. La tradición se ha mantenido ininterrumpidamente durante los años, si bien algunos aspectos se han modificado o han desaparecido. Como, por razones obvias, ha desaparecido en la edición de este año el ritual del agua que el hisopo del presbítero de turno lanzaba a los vecinos, mayores y pequeños, que sostenían sus roscos pendidos de sus cintas rojas. Este miércoles, San Blas no contará con los habituales ritos, como tampoco han recibido los regidores de la Villa la vela del día de la Candelaria, según recoge la ordenanza incluida en el “Becerro de la casa y Estado de Los Vélez”, de 1635, perteneciente al Archivo de Medina Sidonia. El “baile” del santo y la precedente procesión también se ausentarán este tres de febrero en Líjar, donde la festividad de San Blas cuenta con gran arraigo y hasta con dos fechas celebrativas.
En tierras extremeñas, concretamente en la localidad cacereña de Robledollano, los actos en honor a su patrón se verán alterados. A la festividad de San Blas, el día tres, se une la de san Blasito, el día 4, dedicada especialmente a los más pequeños, y al día siguiente, el cinco de febrero, las honras son para San Blasón, una jornada más familiar. Sin embargo, San Blas, Blasito y Blasón serán el próximo día tres, en toda la geografía, más virtuales que nunca.
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