Cuando en los meses previos a 1995 se hizo pública la noticia de que la Legión contaría con una base en la provincia, no fueron pocos los ciudadanos que mostraron su inquietud ante la llegada de un cuerpo militar que, sí a muchos atraía, a otros su llegada les producía inquietantes recelos. En aquel tiempo la visión que los almerienses tenían de la Legión estaba matizada de una leyenda a mitad de camino entre la épica colectiva y la derrota y el sacrificio personal que cantaban sus himnos más queridos.
La identificación con el franquismo que todavía persistía en algunos irreductibles al desaliento excitaba a los nostálgicos de la dictadura, pero desasosegaba a otros muchos que ya habían pasado esa página, pero no habían olvidado. El tiempo lo cambia todo y, desde aquel Tercio de Extranjeros al que se alistó el primer aspirante a soldado el 20 de septiembre de 1920 a esta Legión de hoy, han pasado más de cien años y más de mil cambios en la sociedad. Aquella Legión no tendría cabida en el siglo XXI, sus hombres eran reflejo de una sociedad que comenzaba a cambiar, pero tenía el fondo- su Credo- y los mimbres para que, en una sociedad distinta como la actual, se haya convertido en la realidad indiscutida y prestigiada que es hoy.
La Legión comenzó a llegar a Almería de forma casi habitual pero esporádica a partir de los años 70. Viator era entonces un escenario propicio como campo de maniobras para instruir a unos militares que siempre venían precedidos por leyendas tantas veces reales como tantas veces inventadas.
El periodista y escritor Eduardo del Pino, recuerda con nitidez aquellas llegadas, desde el puerto de Melilla casi siempre. Venían- recuerda Del Pino, la mejor y más extraordinaria memoria sentimental de la ciudad- con el polvo del desierto pegado al paladar, con tanta sed que los bares de la calle Real agotaban sus despensas de wisky. A los niños- continúa Eduardo- nos gustaba ir a ver a aquellos héroes sin guerra que más que novios de la buena muerte parecían novios de la mala vida. Llegaban con los brazos tatuados y con la camisa abierta por el pecho, aunque hiciera frío y cayeran chuzos de punta. Unos se habían grabado en el brazo las armas del cuerpo y otros exhibían aquel eslogan tan recurrido del “Amor de Madre” o un corazón desvencijado con el nombre de algún amor imposible.
Venían los legionarios dispuestos a beberse el mundo en dos tragos y, cuando se cansaban de bares, siempre había alguno que acaba perdiéndose en alguna cafetería cercana al puerto o en el laberinto de callejuelas que formaban el barrio de Las Perchas, donde cada vez que venían los legionarios y los regulares decretaban el estado de fiesta.
A medianoche, cuando volvían de retirada, bajaban entonando alguna canción militar para que todos supiéramos que por allí pasaban los novios de la muerte, ebrios de alcohol, de mujeres y de soledad. Así cierra Del Pino su formidable paseo por aquel tiempo de incertezas y melancolía.
Han pasado los años y aquel cuerpo revestido de mística y misterio es hoy un pilar fundamental en la estructura del Ejército español. Dotado de la tecnología más adelantada, inmerso en la estructura de la OTAN con una valoración excelente e integrado por centenares de profesionales cualificados, se ha convertido en una unidad referente en la estrategia en la estructura militar europea.
Pero si la Legión que llegó en agosto de 1995 a Almería para quedarse es hoy un cuerpo fundamental en esa estrategia de defensa del continente, con toda la importancia que esa realidad implica en el mundo actual, si descendemos al territorio doméstico de nuestra realidad provincial es inevitable preguntarse qué ha aportado su llegada a la provincia.
Marcos LLago, el general que ha mandado la Brigada en los últimos tres años y ahora en el cuartel general a disposición de la OTAN en Valencia, ha sido claro cada vez que le han hecho la pregunta: “La Legión puede haber aportado cosas a Almería, pero han sido muchas más las cosas que los almerienses han aportado a la Legión; su colaboración con la base ha sido y es extraordinaria; desde las instituciones a los ciudadanos, extraordinaria siempre”.
Asiste la razón el general, pero sería injusto e ingrato ignorar la aportación de la Legión a Almería. Y no deben ser la injusticia y la ingratitud defectos que acompañen a los almerienses. Veamos algunas de esas aportaciones.
La Brigada ha situado a Almería en un lugar destacadísimo en el mapa de la defensa europea. De aquel viejo campamento para instrucción de reclutas sólo queda la memoria sentimental de los miles de españoles que por allí pasaron. Hoy es un escenario de extraordinarias capacidades en el desarrollo operativo de la Defensa. Ha pasado de ser una unidad discutida en los 80 (parecía que iba a desaparecer), a ser el banco de pruebas de la Brigada Experimental 2035, la que, en definitiva, servirá de base para diseñar el ejercito español del futuro. Hace apenas unos días el Rey fue informado en Viator de los avances experimentados y no dudó en reconocer su satisfacción.
Hasta aquí su aportación a la imagen de Almería en el mapa militar europeo. Pero como no son pocos a los que, como cantaba Paco Ibáñez, la música militar nunca les supo levantar (están en su derecho, faltaría más), sería conveniente apuntar en el ´Haber´ de esa aportación que aquel CIR de Viator es hoy un espacio en el que cada día trabajan cerca de 3.000 profesionales, 2.000 de ellos directamente imbricados en las labores de Defensa. Su colaboración en acciones humanitarias, dentro y fuera de la provincia, en aspectos como la campaña de desinfección contra el Covid o las ayudas de emergencia para paliar los efectos de las riadas, por citar las más recientes, le han aportado un valor de respeto y cariño por parte de los ciudadanos que ha borrado cualquier duda sobre aquellos comportamientos estrafalarios que algunos pronosticaron. En las democracias el uniforme no es nunca un enemigo, es siempre un aliado.
El campamento de Viator se ha convertido en una de las mayores ´empresas´ desde el ámbito cuantitativo laboral y su impacto en la economía doméstica es el que corresponde a tres mil familias con un poder adquisitivo bien interesante para cualquier sector comercial. En la Base decenas de jóvenes almerienses han encontrado un lugar de formación y trabajo; jóvenes que vienen muchos de ellos desde la universidad o desde cualquier otra formación académica. El Ejército de hoy es muy distinto y distante del de hace apenas treinta años.
Pero, como diría el personaje inconformista y maravilloso de “La Vida de Brian”, además de situar a Almería en el mapa de la Defensa europea, de ser el escenario en el que se diseña el futuro ejército español, de colaborar en todas aquellas misiones de emergencia en las que se precisa su ayuda sin importar riesgos ni tiempo, de haber creado una ´empresa´ en la que trabajan cerca de 3.000 trabajadores, de ser el soporte económico de tres mil familias, de dar trabajo a muchos jóvenes almerienses, de haber provocado la compra de miles de casas en Viator, Huércal, Aguadulce o la capital, además de todo eso, ¿qué ha hecho La legión por Almería?
Pues, quizá, algo en lo que nunca hemos reparado. Almería es una extraordinaria base exportadora de productos agrícolas, de piedra, de experimentación con energías alternativas. Pero, ay, también somos exportadores de un bien precioso en el que casi nadie ha reparado hasta ahora. Y ese bien, tan preciado, tan humano y tan solidario, es el de la seguridad y la paz. Las misiones llevadas a cabo por miles de legionarios almerienses desde 2004 en Irak, Mali, Líbano, Bosnia, Kosovo, Afganistán y Congo han sido operaciones en las que el objetivo principal no ha sido otro que el de luchar, a veces con un coste altísimo, por la seguridad y la paz de quienes, viviendo tan lejos, han sentido tan cerca la ayuda de esos miles de almerienses. Exportar paz, seguridad y colaborar en mejorar la vida de esos ciudadanos es, también, otra de las señas de identidad de esta provincia en la que nada humano nos es ajeno.
Lo siento, general, pero desacato su orden. No basta solo con hablar de lo que los almerienses han aportado a la Legión. También hay que hacerlo de lo que la Legión ha aportado y está aportando a los almerienses. Sé que este desacato no romperá nuestro afecto.
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