Los Bonobos

Los Bonobos

Andrés García Ibáñez
23:29 • 27 ene. 2012
La capacidad de crear formas de convivencia y relación, códigos de conducta y hábitos comunes, definitorios de un determinado tipo cultural, no es exclusiva del ser humano. Muchas especies animales tienen sofisticados sistemas sociales y en especial, algunos primates como los chimpancés, gorilas u orangutanes, de una riqueza civilizadora casi humana. El caso más singular es el de los bonobos, monos que habitan en los bosques del África Central. Tienen una constitución y aspecto similares a los chimpancés, aunque la originalidad de su comunidad radica en que han hecho de la sexualidad el centro de todas sus actividades y comportamientos. Los bonobos practican sexo a todas horas y circunstancias, con una flexibilidad y libertad absolutas, que incluye las relaciones homosexuales y heterosexuales independientes de la edad, tamaño o parentesco. El sexo oral, el masaje de genitales o el beso con la lengua se encuentran también entre sus prácticas habituales. Las hembras tienen el órgano sexual en la parte delantera, entre las piernas, lo que permite la unión cara a cara, como los humanos. Igualmente, hacen el amor durante el ciclo menstrual, cuando no son fértiles, e incluso cuando están embarazadas o amamantan a sus crías. Todo esto tira por tierra la vieja idea, que muchas religiones quieren ampliar también a la especie humana, de que la sexualidad en los animales tiene como único fin la procreación. Puede decirse que los bonobos tienen un comportamiento pansexual. Pero su singularidad cultural, derivada de este comportamiento, es aún más fascinante. Con frecuencia, las disputas o conflictos entre individuos se resuelven con los contactos sexuales. El reparto de la comida, si plantea tensión, se dirime haciendo el amor; tras el contacto, se procede al reparto justo y equitativo del papeo. I gualmente sucede tras una pelea, que suele acabar con el coito o la relación homosexual. Literalmente, hacen el amor y no la guerra. El mito de Tarzán recreaba una especie de experimento en el que un ser humano, desde su primerísima condición de bebé, desaparecidos sus verdaderos padres, era acogido y criado por una sociedad de gorilas. El niño era educado en su civilización, prácticas y costumbres, trasmutándose en un hombre-mono. No estaría mal enviar, una larga temporada, a algunos líderes religiosos y políticos con algunas comunidades bonobas, por ver si aprendían algo de provecho, una ética nueva. Aunque, a buen seguro, serían expulsados de inmediato de aquellos dominios por los exquisitos y civilizados monos, sorprendidos estos de que pudieran existir animales tan bárbaros, malvados y retorcidos.






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