La razón de ser del periodismo adquiere una notoriedad ejemplar en la reivindicación que, en este caso, surge en torno a la identidad de Manuel Chaves Nogales (Sevilla 1897, Londres 1944), durante mucho tiempo en el olvido. Su trayectoria suscitó recelos y grandes elogios para una ejemplaridad que el tiempo ha ido consolidando. Y que en esta época de grandes cambios en la construcción de un nuevo periodismo hay que tener presente por las ideas su mirada observadora para interpretar la realidad y, por supuesto, la esencia del pensamiento crítico que va estrechamente ligado a la identidad del periodista, con un gran sentido ético, que nunca se rindió.
Para reivindicar a Chaves Nogales, ya avanzado el siglo XXI, está la exposición “Cuadernos y Lugares” dedicada a su figura, montada por el Centro Andaluz de las Letras en la Biblioteca Pública Francisco Villaespesa de Almería.
Uno de los grandes interrogantes es el ostracismo al que estuvo sometido Chaves Nogales, ya que la Transición no consiguió rescatar del todo su memoria. Y sin embargo, siempre ha estado presente su ejemplar neutralidad, su pensamiento crítico en todas las direcciones, lo que le provocó recelos a izquierda y derecha. Su independencia personal en el periodismo fue irrenunciable. Y por eso pagó un alto precio. Hasta que en 1993 la Diputación de Sevilla puso en marcha su recuperación con la reedición de una de sus obras claves: “A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España”.
Demócrata antes que nada, Chaves Nogales se definió como intelectual liberal, con un sentido periodístico desde la reflexión personal y un pleno sentido de su independencia que explica su visión crítica de la realidad, lo que forjó en muchos momentos su desencanto y soledad periodística, sin claudicar ni abandonar su compromiso con la información libre, a lo que nunca renunció. Vivió en tiempos convulsos, con la República y frente a la Dictadura Franquista. Y en 1939 fue uno de los autores del “Manifiesto por la Paz”, desde el exilio.
Con la conciencia de vivir en una República democrática y parlamentaria, Chaves Nogales se definió como “un pequeño burgués liberal… Ganaba mi pan y mi libertad con una relativa holgura, confeccionando periódicos y escribiendo artículos, reportajes, biografías, cuentos y novelas, con los que me hacía la ilusión de avivar el espíritu de mis compatriotas y suscitar en ellos el interés por los grandes temas de nuestro tiempo”. Y lo que fue encontrando a su alrededor fueron a la par elogios y censuras.
Independencia personal El principio general de su trayectoria, pues, radica, en su conciencia por escribir lo que contempla para desvelar ficción y realidad. Ese afán está en la razón que forjará su condición de periodista y escritor, no sin facilidad, “yo iba sacando adelante mi verdad de intelectual…, antifascista y antirrevolucionario por temperamento…”. La lealtad es su principal espíritu, y eso lo llevó a sus renuncias y que fuera observado e ignorado durante años. Nunca se calló, y lo que en algunos momentos lo elogiaron, también lo criticaron. Es la esencial vital del periodista que permanece fiel a su conciencia. “Luché con el arma de mi oficio”, la palabra.
La historia del periodismo de Chaves Nogales ha recuperado también, entre otras obras, “La República y sus enemigos”. Es importante y sugerente el reencuentro con sus entrevistas, en el periódico Ahora: Manuel Azaña, Alejandro Lerroux, Largo Caballero, Fernando de los Ríos, Marcelino Domingo Lanza, Alcalá Zamora. Y los retratos que deja de estos protagonistas para la historia.
La identidad periodística de Chaves Nogales hay que reivindicarla, sobre todo, por su condición ética. Así lo ha definido Antonio Muñoz Molina: “Chaves Nogales es el hombre justo que no se casa con nadie porque su compasión y su solidaridad están del lado de las personas que sufren”. Y eso justifica, por consiguiente, su identidad como ser humano dedicado al periodismo. Y es un ejemplo a seguir en pleno siglo XXI.
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