Los 20 años del PP en la ciudad de Almería pesan como una losa. No lo decimos nosotros, como principal grupo de la oposición, sino los vecinos, por la inacción del equipo de gobierno en el Ayuntamiento.
La semana pasada vecinos de Paraje Guillén, Cortijo Córdoba, Camino Cintas y Llano de la Molina de La Cañada cortaron la autovía del aeropuerto para exigir algo tan sencillo como alumbrado público y evitar así la sangría de robos que están sufriendo. Llevan años reclamándolo al PP y nunca se les ha hecho caso. Ahora la situación es ya angustiosa hasta el extremo de que se han organizado como patrullas vecinales para dar seguridad a sus casas. Lo más desalentador es que la solución es tan sencilla como instalar farolas.
También en Nueva Andalucía los problemas se acumulan por la nula capacidad de la alcaldesa de darles respuesta. La suciedad, con todo lo que ello significa de ratas, insectos y hasta serpientes, campa a sus anchas igual que lo hacen personas sin hogar que amedrentan a los vecinos y generan conflictos de convivencia. No es casualidad que estas situaciones se produzcan en las proximidades del Centro Municipal de Acogida. La solución es bien sencilla: limpiar, podar, desratizar y dar una alternativa a estas personas, muchas de las cuales sufren trastornos mentales. Ante casos como este no entendemos la inacción de la alcaldesa para actuar porque gobernar es tomar decisiones y actuar.
Es intolerable, también, que los vecinos del barrio almeriense de El Alquián tengan que pagar de su bolsillo la limpieza de plásticos de sus caminos, ante la inacción del Ayuntamiento, como ha ocurrido en el Paraje Sifón, donde han remitido al Consistorio la factura de 4 contenedores de basura que recogieron ellos mismos con sus propias manos de la puerta de sus casas.
Que la suciedad se ha adueñado de nuestras calles es evidente porque está a simple vista. Pero hay otra que no solemos ver, acumulada en las cabeceras de las ramblas que jalonan la ciudad y está en la base de esas inundaciones que sufrimos cada otoño con las habituales lluvias torrenciales.
Montañas de plásticos, restos de podas, enseres abandonados y escombros se depositan en las bocanas de las ramblas, sin que el Ayuntamiento haga nada por solucionarlo. Cuando llueve, esas basuras forman un tapón, impidiendo que el agua discurra, provocando inundaciones. Ocurre lo mismo con los imbornales, tan saturados de suciedad que no cumplen su función de recoger el agua de lluvia y quitarla de las calles.
Acabamos de inaugurar el otoño, los expertos afirman que las altas temperaturas de este verano en el Mediterráneo hacen temer la descarga de fuertes tormentas en todo el levante, también en nuestra ciudad. Entonces, ¿a qué espera la alcaldesa para despejar todas las bocanas, los aliviaderos, las canalizaciones de los cauces de las ramblas y los desagües de las calles? ¿Volveremos a ver un año más nuestras calles convertidas en ríos, contenedores a la deriva, y viviendas y comercios inundados sufriendo cuantiosas pérdidas?
El servicio municipal de limpieza acaba de aumentar el canon en 1,6 millones de euros, quizás como ‘premio’ a que nuestras calles estén más sucias que nunca. Con el Partido Popular ya vemos que Almería no funciona, pero el estado de abandono de la ciudad es reversible y sólo es necesario voluntad política de hacerlo. La buena noticia es que apenas quedan unos meses para que se produzca el relevo en el Ayuntamiento y que un equipo de gobierno nuevo, con ganas y socialista se haga cargo de la ciudad para dar respuesta a las necesidades que plantean los vecinos. Ánimo, ya queda menos para el cambio.
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