Once guardias civiles cobardes y sin piedad del Caso Almería

Cuarenta y un años, ocho meses y diez días han pasado para pedir perdón

Los tres asesinados en el conocido como Caso Almería.
Los tres asesinados en el conocido como Caso Almería. La Voz
Pedro Manuel de La Cruz
20:00 • 21 ene. 2023

Cuarenta y un años, ocho meses y diez días. Ese es el tiempo que ha tenido que pasar para que el Estado pidiera perdón a las familias por la criminal actuación cometida en la madrugada del 9 al 10 de mayo de 1981 por algunos de sus representantes. Lo dijo Fernando Martínez el viernes en una frase que quedará esculpida en la memoria democrática con la misma robustez que el mármol que decora las paredes del salón neoclásico del palacete de Arapiles en el que estaba aquel gobierno civil desde el que se ocultó la verdad y se impulsó la mentira cuando sucedió la barbarie: “Desde el corazón del Estado, perdón. Y desde mi más profunda emoción, gracias”. En el mismo lugar civil en el que la impiedad encontró cobijo, tres representantes del Estado pedían perdón a quienes durante tantos años tanto habían sufrido. El dolor no prescribe, pero la compasión, en su sentido de padecer con quien lo sufre, es un bálsamo que suaviza el desgarro de sus aristas. 



Minutos antes de la declaración solemne y llena de dignidad democrática del secretario de Estado para la Memoria, María Gámez, directora general de la Guardia Civil se había fundido en un abrazo conmovido con María Morales, la Madre de Juan Mañas, el hijo asesinado en la penumbra obscena y criminal de aquella madrugada que cambió su vida y su destino sin consuelo y sin remedio. La emoción compartida en ese encuentro cuatro décadas esperado se revistió con la solemnidad cálida de la sinceridad cuando la directora general de la Benemérita miró a los ojos bañados por las lágrimas de María Morales y declaró solemne que “aquellos hechos ocurridos en mayo de 1981 en Almería no deberían haberse producido jamás. Los actos perpetrados entonces por algunos miembros del cuerpo no se compadecen con la entrega con la que la Guardia Civil sirve a la ciudadanía y solo podemos mostrar horror y vergüenza ante un despropósito que acabó con la vida de los tres jóvenes. Así se lo dijimos a las familias a través de un amigo en una carta remitida por la Dirección General a mediados de 2021 y así lo reitero hoy. Soy consciente-La Guardia Civil es consciente-del sufrimiento de la madre, de los hermanos, de los amigos, de todas las personas que querían a Luis, a Juan, a Luis. Soy consciente del dolor inmenso, y créanme que es compartido por la Guardia Civil. No cabe ningún tipo de justificación ante este episodio. Me emociona ver a María Morales, la madre de Juan, y siento su dolor de madre por todo lo que ha pasado. Confío en que hoy estemos llenando-de alguna manera-el vacío que han sentido todo este tiempo ella y el resto de las personas que querían a Luis, a Juan y a Luis. Este acto, estas palabras, seguramente llegan tarde, pero eso solo reconfirma que había-que teníamos-hay que hacerlo. Esta mañana, en Almería, estamos engrandeciendo y mejorando la democracia y dignificando a las víctimas. Confío en que también hayamos aportado consuelo a las familias de las víctimas a quienes transmito el respeto de la Guardia Civil”. He recogido estas 245 palabras de la directora general de la Guardia Civil por que en ellas está recogido el honor de la institución. 



Con esta declaración solemne y sincera, la responsabilidad de aquella barbarie queda reducida a quienes la cometieron. Once hombres sin piedad y sin honor porque durante cuarenta y un años, ocho meses y diez días ninguno de los que participaron en aquella caravana del horror ha tenido la valentía de contar la verdad de lo que ocurrió aquella madrugada en la que un teniente coronel enloquecido de furia y odio les hizo cómplices de tres asesinatos. En la insultante cobardía de su silencio llevan la penitencia de la indignidad. Han pertenecido y pertenecen a un cuerpo al que cada mañana siguen deshonrando con el miedo que les impide la valentía de contar la verdad. Una verdad que hará descansar en sus tumbas a los tres jóvenes asesinados y que a ellos les traerá la paz de recuperar la divisa del honor que un día juraron mantener y que perdieron y continuarán perdiendo mientras perpetúen la coartada cobarde del pacto de silencio que les impuso el criminal que les mandaba. 



El Estado y la Guardia Civil, como uno de sus pilares, ha saldado una deuda histórica. Juan Mañas, Luis Montero y Luis Cobo, allá donde se encuentren, ojalá el Dios de los creyentes les haya hecho llegar el perdón que la máxima autoridad del cuerpo que les mató pidió públicamente. 



El abrazo emocionado de María Gámez y María Morales hizo el viernes más digna la democracia. La memoria y el perdón por aquellos hechos no abren heridas. Las cierran con la dignidad de las víctimas, con el honor de un Cuerpo benemérito representado en el acto por su directoria general y por el jefe de la comandancia de Almería , y con la Historia.      






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