El 24 de febrero del 2000, ¡Hace ya 23 años! en una tribuna publicada en la prensa local, quien esto escribe decía: “Propongo que las administraciones responsables adquieran un viejo cortijo con unas diez tahullas (aproximadamente una hectárea) de tierra cultivable en donde instalar un eco-museo de la Vega”. Después fueron viniendo un libro extenso y 10 publicaciones más en la prensa local desarrollando la misma idea.
El Padre Tapia en su libro 'Almería piedra a piedra' nos decía que al entrar en la vega se perdía por su intrincada ausencia de caminos y Gerald Brenan en su libro 'Al sur de Granada' escribe que cuando daba paseos por la lujuriante Vega de Almería notaba la suculencia y la lozanía de su vegetación.
Intrincada red, lujuriante vega, suculencia y lozanía han sido recluidas en tres frías naves de geometría irreconocible, en un muy reducido entorno con vegetación como la de cualquier otro nuevo parque de la ciudad, que deshonran -desde ya y para siempre- la memoria de nuestros padres.
¿Dónde hay, en lo que vemos, algo que nos recuerde las boqueras, los cañares, los brazales, la grama que pinchaba nuestros pies, las parás, las balsas de agua de gruesos muros? ¡Ah, ¿son esos estanques de muros y suelos de mármol blanco con chorritos de agua?! ¿Dónde están las ovas, los peces de colores y las ranas?
¿Dónde está la era, padre? ¿Dónde la enramada? ¿Dónde la noria y el pozo? ¿Dónde está el horno para hacer las hogazas de pan, para enseñar a amasar la harina, a hacer mantecados por navidad y papos viejos, borrachillos, buñuelos de bacalao y pan de aceite por Semana Santa?
¿Dónde está el aljibe de lluvia, padre? ¿Dónde las canaleras? ¿Dónde el otro aljibe donde se escondía la mano negra?, ¿Dónde está el cubo y la cuerda, la carrucha, la pila donde bebían las vacas y nos bañábamos los niños?
No hay árboles grandes, no veo un eucalipto, ni una palmera ni un olmo ni un pino. ¿Dónde harán sus nidos los pájaros? ¿De qué ramas colgaremos el mecedor para que os paseéis?
¿Dónde están los cañizos, las cañas verdes y sus hojas para enseñar a los niños a hacer barcos, para enseñarlos a navegar sin hundirse por los largos surcos de tierra que araban nuestros padres? ¿Dónde las chullas, los estacones, los haces? ¿Con qué haremos flautas, escopetas de caña si no hay cañas, padre?
¿Dónde los turrillos, los cabos? ¿Dónde el panizo, la broza, las gavillas? ¿Dónde está la cuadra, el corral? ¿Dónde sus amplios pilones para las vacas? ¿Dónde las conejeras, las garitas? ¿Dónde está el gallinero? ¿Dónde el pollero cónico de caña? ¿Dónde cobijaremos los polluelos y recogeremos los huevos, de qué gallinas?
¿Dónde está el porche y su parra? ¡¿Dónde está el cortijo?! No lo veo. ¿Dónde está su puerta alta, vertical, sus jambas coloreadas de modo diferente al blanquear? ¿Dónde podrán hacer las golondrinas sus nidos? ¿Dónde está el palomar, las jaulas de los pájaros, los colorines, los verderones y las palomas?
¿Dónde las pencas y sus chumbos, los morales para con sus hojas alimentar los gusanos de seda? ¿Dónde los membrilleros para hacer y enseñar a hacer carne de membrillo? ¿Dónde los azufaifos, los mandarinos y los limoneros? ¿Dónde enseñaremos a preparar las aceitunas? ¿Dónde están los hinojos? ¿Con las ramas de qué granaos haremos los arcos y las flechas, mamá? ¿Quién nos enseñará a hacer soguilla, a hacer tomiza, papá?
¿Dónde enseñaremos a podar y a injertar los árboles? ¿Dónde el espacio para plantarlos? ¿Dónde está la talabartería, la herrería? ¿Dónde las voces grabadas de nuestros abuelos y abuelas, la del último relojero de la fuente del Mamí, la de Antonio quien en Dotoral aún conservaba el arbolete de su noria? ¿Dónde las fotos de los niños yunteros?
¿Mamá, papa, dónde podremos jugar al boli-troli, a los petos, al dólar? ¿Dónde enseñaremos a los niños a buscar a las cotorricas, las gallinicas ciegas, los lulos, las dulces raíces del matapán, las capirotas? ¿Con qué matas les enseñaremos a hacer cesticas de amores? ¿Dónde están los abelcoqueros (albaricoqueros) para hacer silbatos con los huesos de sus frutos y pegamento con su goma?
¿Dónde les enseñaremos a bailar la pirindola, el trompo, a lanzar el diábolo, a hacer cadeneta? ¿Dónde se posarán las salamanquesas para ir a verlas como al cine de noche? ¿Con qué ciscas os enseñaremos a hacer cohetes a ver quién alenja más? ¿Dónde crecerán los bleos, la aljuncia, los cenizos, las malvas, los matapanes, las cerrajas, las verdulagas, la lecheterna, la carrigüela con sus flores campaniformes, la cola de caballo o las tueras? ¿Dónde las madreselvas, las margaritas, los jazmineros, las esparragueras, las varicas de San José, las uñas de gato, la hierbabuena, la manzanilla, la albahaca? ¿Dónde está su olor?
No veo macetas hijo, ni siquiera tiestos u ollas viejas con al menos unos geranios. No madre, parece que se han olvidado. ¿Dónde algunas matas de panizo, del híbrido y del tostonero, para hacer tostones dulces o salados? ¿Dónde puedo ver algo de alfalfa fina o forrajera? ¿Dónde algo de panizo, sus panochas para falfollar y rellenar los colchones y sus corazones para hacer el brasero?
¿Dónde sembraremos las habas, los présules, los pimientos, algunas habicholillas, algunas patatas, berenjenas y tomates? No veo regaeras. Un girasolillo a veces también había, para los pájaros, para comernos las pipas. ¿Dónde haremos la hoguera de San Antón? ¿Dónde la matanza?
Sí que veo muchos tarays esos arbustos que crecen en las tierras salitrosas, veo adelfas, esas mismas que veo en las medianas de nuestras autovías. No hay palmeras, pero sí palmitos. Aquello parecen lentiscos, y aquello de allí con tantos cactus parece el Minihollywood.
Para que todo este despropósito haya sido posible se debieron de dar la mano, se necesitaron al alimón: el desdén, la incompetencia manifiesta, el afán de protagonismo y el silencio cómplice de quienes prefieren sentarse a la mesa del poder. Los siervos que hacen a los amos, que diría el clarividente Etienne de la Boétie.
¿Dónde está el restaurante de alta calidad para servir lo cultivado en la Vega? ¡Qué oportunidad perdida!, ¡Qué desperdicio no haber involucrado a la Escuela de Arte de Almería! ¡Duele!, me duele que pase en mi tierra.
Durante 23 años a través de un libro, y 11 escritos publicados en la prensa local, fui escribiendo una partitura que ahora veo que interpretan mal -muy mal- y con la desvergüenza de ni siquiera citar al autor. Tampoco citan a Miguel Cazorla, innegable impulsor municipal de la idea, dentro de su proyecto de anillo museístico para Almería.
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