Me quedé con las ganas

En el IV Memorial Ana Gaviera, en homenaje a la editora y escritora Ana Santos

La Voz
Beatriz Torres
00:00 • 11 abr. 2024

Gracias a Javier Arnal y a las circunstancias que me rodearon, lloré de risa el sábado pasado por la noche en la cafetería Leo. Es posible que su concierto de “Canciones sin piel” produjera su efecto, y me reí de él sin reparos, libremente, tal y como yo lo veía. No soportaba su voz ni el sonido de su guitarra. Pero me sorprendió algún que otro grito, en el sentido de encontrarle armonía y desear también gritar, por ver en ello un acto de libertad total, y emularlo en ese momento. 



Sin embargo, en general me molestaba y quería que acabara. Por eso al final, cuando le pedían otra, yo le sugerí que cantara la canción del beso, a sabiendas de que la mayoría de sus canciones trataban de besos, besos sucios, besos siempre, siempre besos, de una manera obstinada. Y estallé de risa. 



Estos hechos ocurrieron dentro de la celebración del IV Memorial Ana Gaviera, en homenaje a la editora y escritora Ana Santos. La noche anterior se presentó un libro de poesía, “Casa”, de Juan Pardo Vidal. Un libro en el que predomina la prosa, una prosa que antes ha sido construida en verso y luego ha sufrido un proceso de deconstrucción. Así nos lo contó su autor y nos leyó varias de sus poesías. Poesía y prosa que rezuman ironía, tristeza, amor...  



 



En algún momento de este Memorial me hubiera gustado recitar a mí también, y escuchar otras voces. Había preparado un par de poemas recitados una noche de verano en Delfos. Los había elegido precisamente por la palabra Luna, pero el agotamiento nos hizo desistir del recital y lo dejamos para el día siguiente, después de la paella en la Era



Entonces cambié de idea y me decanté por un poema reciente, al que titulé “Para llenar la soledad”. 






“Mientras no duermo/ Pienso en ti/ Y recuerdo tu cara/ Feliz/ Sonriente/ Después del beso/ El único beso”. 


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