Siempre he pensado que nuestro paso por esta vida, salpicado continuamente de etapas difíciles, se aligera mucho gracias a valores como la Fe, la Esperanza y también la Amistad, valores todos ellos muy conectados; el caso es saber rodearse de sentimientos y de personas positivas que a fin de cuentas nos hagan la vida más agradable y más amable ; lo más importante es tener alguien en quien puedas confiar, alguien que te sirva de refugio y de puerto ante las tempestades, alguien que te acompañe y te ilumine durante este tortuoso camino por este valle de lágrimas, tal y como reza la Salve. Quien no tiene a quien contar sus dichas y sus penas es una persona vacía, por tanto, vivir sin Fe y sin sentir el calor reconfortante que te proporciona, como quien vive sin amigos o sin cariño a su alrededor, supone una travesía en el desierto a todas luces.
El pueblo de Almería, siempre sabio, siempre avispado y emprendedor, ha sabido a lo largo de su historia, de una historia además que no siempre nos ha tratado demasiado bien y de la que hemos tenido que salir airosos a base de mucho trabajo y mucho sacrificio, sabe y ha sabido siempre a quien encomendarse, en quien confiar, conoce perfectamente quien es el faro que los ha iluminado durante generaciones y que no es otra la Virgen del Mar, la misma que arribó hasta la costa una mañana fría de diciembre de 1502 y la misma que decidieron por aclamación popular que fuese su Patrona aquel venturoso año de 1806.
Por eso, y siéndole siempre fiel a su Virgen, su pueblo saldrá el domingo de nuevo a verla procesionar, a abrirle de nuevo su corazón y a confesarle sus alegrías y sus miedos, sus logros e inquietudes, y la Virgen los volverá a coger de la mano para pasear de nuevo por las calles de Almería junto a sus hijos, orgullosa de todos ellos , a los que nunca olvida, a los que nunca falla, cada uno con sus virtudes y sus defectos pero todos hijos amados suyos, y volverá a mirarnos con sus ojos de madre para darnos todo su amor y transmitirnos seguridad y confianza. Será como siempre, la tarde del último domingo de agosto, con el calor habitual, con el fervor también habitual, esta vez saliendo desde la Catedral, su casa durante esta última semana y de la que saldrá exultante y triunfal a las ocho en punto de la tarde junto a San Indalecio, el Santo Patrón.
Y como no, su salida será una plegaria y un gesto de amor hacia los que más quiere y de los que no se olvidará jamás : hacia los que no gozan de buena salud y no cuentan ya con fuerzas ni con ánimo para acercarse a verla; a los desfavorecidos y desamparados de los que nadie se acuerda pero a los que Ella lleva en su corazón; a los que sufren algún tipo de sufrimiento que los mantiene encerrados en sí mismos sin encontrar salida; a quienes sufren las calamidades y las injusticias de la guerra y los conflictos; a los desafortunados que no encuentran la paz ni el sentido a la vida. A todos ellos la Virgen del Mar los tendrá más que presentes y mirará hacia ellos y les alcanzará en lo más profundo, y de alguna forma sabrá encontrar la manera de poder hacerle llegar la Paz y la Esperanza que tanto necesitan, solo una madre sabe hacerlo, por eso solo por Ella merece la pena vivir.
Para que la Virgen nos guarde y nos bendiga un año más, sus hijos saldremos a la calle a verla de nuevo y nos volveremos a emocionar, como cada vez que la miramos, ante su celestial presencia.
Viva la Virgen del Mar
Viva la Patrona de Almería
Viva Almería.
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