No te preguntes

Para empezar a salir de la crisis no basta con reconocer su existencia (les ahorro aquí un artículo sobre el pintoresco supervisor de nubes, sus brotes verdes y sus otros brotes) sino que también tenemos que estar dispuestos a asumir en qué medida somos responsables de la misma. 

Pero seguimos empeñados en ver esta situación económica como el resultado de medidas desafortunadas, errores y faltas de previsión achacables a otras personas; nunca a nosotros mismos. Y así, la culpa de que la hipoteca sea tan alta la tiene el director de la sucursal y no la falta de cálculo del que la suscribe. Y que muchas personas con empleos precarios hayan decidido comprar lujosas viviendas o coches carísimos es una responsabilidad directa de los publicistas, esos inoculadores del virus del consumismo. Y, por encima de todo, los responsables globales de la crisis son los actuales políticos, a los que hay que echar -a gorrazos si hace falta- para que entren otros políticos a resolver el tema. Es decir, que estamos a la espera de que vengan a resolvernos el problema que nos causaron. Y de momento, la principal solución parece ser que es echarse a la calle a rodear el Congreso. Bueno, no digo yo que no se alivien tensiones así, pero hay que ser más serios. Habrá que volver una vez más al inspirador e inolvidable discurso que Theodore Sorensen escribió para la toma de posesión del presidente Kennedy en 1961 invitando a los norteamericanos a que no se preguntasen qué es lo que su país podía hacer por ellos, sino lo que ellos podían hacer por su país. Pues eso: además de echar la culpa a los demás de la crisis ¿vamos a hacer algo más?