No se puede confundir la bandera de Andalucía con la pancarta y mucho menos hurtar el sentido institucional de una fecha como el 28-F para convertirla en un festival de pancartas contra el Partido Popular. Muy por encima del malestar o desacuerdo que pueda sentir, como militante del PP, por el uso artero que el bipartito PSOE e IU han hecho del Día de Andalucía, están el bochorno y la repulsa que, como andaluz, me merece la descarada y sectaria usurpación que el gobierno bipartito de la Junta ha hecho del Día que festeja la identidad de Andalucía como una de las comunidades más importantes del conjunto de España. Por eso, desde el Partido Popular queremos insistir en que Andalucía está por encima del partidismo barato y de la demagogia de pancarta y altavoz. Los andaluces queremos y nos merecemos una Andalucía que sea capaz de buscar los resortes que nos permitan revalidar la ilusión por una Andalucía mejor porque, aunque se ha avanzado mucho, queda mucho terreno por recorrer. Por tanto, Griñán y Valderas se equivocan gravemente al intentar fabricar una Andalucía de crispación y enfrentamiento, porque Andalucía es una tierra en la que todos creemos y en la que todos cabemos. No es normal que el día en el que todos los ciudadanos de una comunidad están llamados a sentirse unidos en torno a un proyecto común y a reconocerse en la historia y en la ilusión por un futuro, el gobierno de esa comunidad apueste por la confrontación directa contra un partido político que, por cierto, fue el preferido por un mayor número de ciudadanos de esa comunidad en las últimas elecciones autonómicas. Apunto el dato porque tanto PSOE como IU, partidos derrotados en las urnas, pretenden trasladar la idea de que el PP es un partido marginal y no representativo en Andalucía, cuando la realidad demuestra todo lo contrario. Pero insisto en que las conmemoraciones institucionales no son el escenario para desarrollar estrategias partidistas, sino para buscar la inspiración que nos permita a todos los andaluces buscar, desde la superación de diferencias, los elementos que contribuyan a que podamos salir todos juntos de esta crisis cuanto antes. Porque cuando una comunidad tiene un millón y medio de parados y arrastra unas cifras de desempleo juvenil francamente alarmantes, lo que hay que hacer es trabajar sin pausa para cambiar esa deriva en lugar de buscar cualquier excusa para perder el tiempo con pancartas y manifestaciones. Por otra parte, la situación que atraviesa Andalucía es en parte debida a que en estas tres décadas de autonomía hemos avanzado, aunque no lo suficiente. De hecho, aunque los jóvenes andaluces se merecen tener las mismas oportunidades de formación, empleo y vivienda, la herencia que nos han dejado estos treinta años de gobiernos del PSOE en Andalucía es la mayor tasa de desempleo joven de la Unión Europea. Así que si PSOE e IU quieren reivindicar de verdad las cuestiones que preocupan a los andaluces, lo que tendrían que hacer es un descomunal ejercicio de autocrítica y asumir que llevan décadas incumpliendo el Estatuto Andaluz. Ese documento, fruto del consenso y la voluntad de acuerdo, sienta las bases para que los andaluces vivan y trabajen en Andalucía y no para que tengan que salir a buscarse la vida fuera de nuestra comunidad. Esa auténtica tragedia, que podrá ser presentada por la maquinaria propagandística de la Junta como una gran oportunidad o un ilusionante reto de futuro, es la más terrible constatación del fracaso de unas políticas impulsadas sectariamente por el PSOE con la colaboración de IU, y que sólo han servido para despilfarrar el consenso, borrar la ilusión y condenar la esperanza de miles de andaluces. Y eso no se cambia sacando a pasear pancartas o hacer sentadas frente a las sedes del PP. Eso se cambia trabajando con esfuerzo y honestidad por el bien de todos los andaluces, pero está visto y comprobado que PSOE e IU están incapacitados para ello.
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