No deja de resultarme chocante que se haya creado un día especial para acordarse de la mujer como finca del hombre manifiestamente mejorable a la altura del día del caballo y del vino o de cualquier concurso de bolilleras. Y todo porque , entrado el siglo XX, hubo en una fábrica de Norteamérica un agrio conflicto que abrió los ojos de la vergüenza machista. No mucho después de este infame episodio, otra mujer negra se negó a ceder su asiento en el autobús que daba primacía a los blancos.Y menos mal. Ya ven que poco a poco nos vamos haciendo iguales. Todavía hablan de la discriminación por razón de sexo. Las féminas si no son genios, o si no hacen más carreras que los hombres, difícilmente obtienen la dirección de una empresa. Hoy todavía son discriminadas en el sueldo , por eso algunas se niegan a ser felicitadas en este día. Cómo pesa aún el fardo del pensamiento reaccionario que creía que la mujer no tenia alma, que solo servía para mantener vivo el fuego en la cueva, o lo que es todavía peor, Dios nos libre, tentación diabólica frente a la integridad moral del varón. En esto tiene razón el ministro del Interior cuando teme por la pervivencia de la especie. No hay peligro por el momento de que se pongan a parir lo hombres, lo que ocurre es que los conservadores han tenido siempre en la cabeza el paritorio y el fregar platos como quintaesencia de lo femenino mientras el guerrero acudía con una cabeza sangrante en la punta de la pica. Vamos a ver si somos más igualitarios y nos acordamos al menos por unas horas que nuestra madre fue una mujer y no esa esclava a la que metafóricamente solemos llamar la reina de la casa.
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