Ni un maravedí. Disculpen vuesas mercedes si comienzo mi actuación con referencias al vil metal, argumento proscrito entre caballeros y gentes de alcurnia, pero voto a bríos que no encuentro mejor modo de resumir la aportación que la Santísima Junta de Andalucía, la Calderona de las Artes y las Letras, ha aflojado este año para las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro. Y es que la Patrona de toda referencia cultural en la tierra de María Santísima suele ser tan larga de lengua como floja de bolsa. La Invencible Junta, la Comendadora del Poderoso Caballero, ha hecho este año mutis para no aforar la parte que le debiera corresponder para el sostenimiento de una causa tan noble como estas Jornadas. Ni un doblón, a pesar de la fama y gloria que para sí pretende la dama. ¿Y los amigos de la Señora? ¿Y los alguaciles del Mundo de la Cultura Almeriense? ¿Qué les parece a todas ellas y ellos semejante desplante? No se sabe. Se ignora el paradero de tan entregada cuadrilla, embozada ahora en un feudal silencio que me malicio hubiera sido tronar de pólvora y venablos si los renuentes al pago hubieran sido otros. Pero como la que escabulle el bulto es la Junta, aquí paz y después gloria. ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. Y el estrambote, que me perdone Calderón, es que haya instituciones que nos quieran tener permanentemente “endormiscaos” con la égloga del compromiso y del apoyo, pero que a la hora de la verdad hacen como en el famoso soneto, que levantan, nos miran de soslayo, se van… y no hubo nada.
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