La llamativa tendencia de los grupos de oposición (PSOE e IU) a trasladar al Pleno del Ayuntamiento de Almería cuestiones que, por su naturaleza, exceden de largo las competencias municipales, nos ha llevado estos días a debatir animadamente en Almería sobre la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) que está impulsando el Gobierno de la Nación. Pues bien, creo que además de presentar las mociones que estimen más convenientes en el Pleno, PSOE e IU deberían admitir el fracaso de un modelo educativo que ha llevado a Andalucía a la cola de España y Europa. Por eso es necesaria esta reforma. Andalucía y España necesitan una educación de calidad en un momento en el que la situación es muy grave, como bien reflejan los niveles educativos de nuestros jóvenes, a la cola de todos los informes que miden nuestra calidad educativa y que hay que revertir de manera urgente.
No podemos obviar ni consentir que Andalucía tenga, como tiene ahora y tras 30 años de gobiernos de izquierdas, la peor tasa de formación de toda Europa. Del mismo modo, no podemos pasar por alto que buena parte de las críticas a este proyecto legal tienen motivos estrictamente ideológicos y partidistas, con argumentaciones que no superan el límite de la pancarta de turno. Por ejemplo, durante el Pleno en el que nos vimos forzados a “debatir” esta Ley, PSOE e IU incidieron en la presunta obligatoriedad de la Religión como materia evaluable. ¿Dónde, en qué artículo de la Ley se recoge eso? Más bien daba la impresión que estaban criticando una norma que no se habían leído.
Si se quiere debatir temas de altura, lo mínimo es que la preparación al debate también sea de altura, so pena de quedar en evidencia en el Salón de Plenos. Y es que lo que marca la nueva Ley es una alternativa entre Religión y otra asignatura. No es, por tanto, obligatoria. En realidad se trata de un cambio profundo, pero no radical. De hecho, es una ley de reforma de la LOE. Se han modificado los aspectos que más inciden en lo que no funciona del sistema, y lo que cobra importancia es que el Estado se configura como garante de que en todas las materias se cumplen determinados mínimos, a través de una nueva configuración de las asignaturas, que pasan a ser troncales, específicas y de libre configuración autonómica.
Necesitamos ofrecer a los jóvenes españoles una educación de calidad, que premie el mérito y el esfuerzo como ejes, no ya sólo de un proceso de aprendizaje, sino de una actitud vital ante los retos del futuro.
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