Inmersos en una alocada carrera hacia la ejemplaridad y la modestia, se puede llegar a caer en un exceso de la humildad fingida que no hace sino multiplicar el efecto pretendido, pero en sentido negativo.
De hecho, hoy les hablo de un señor que, de no haberse excedido en su comedimiento, no estaría ocupando este modestísimo rincón.
Mark Carney es desde el pasado lunes el nuevo gobernador del Banco de Inglaterra, que es un cargo de esos a los que se les supone un buen pasar económico. Pues bien, hoy les hablo de este señor porque decidió estrenar su nuevo cargo llegando a su despacho en metro. Y los que hayan tomado el metro alguna vez en la city ya saben del abanico multicolor de personajes que conforman su vida subterránea.
El caso es que su presencia desató una notable expectación y en su primer día de trabajo tuvo más eco el tiempo “in itinere” que la propia jornada laboral. Tal vez quiso pasar desapercibido, pero el efecto final fue todo lo contrario.
Pero entre llegar al Banco de Inglaterra subido en un Bentley y conducido por un chófer y aparecer por la boca del metro, hay un término razonable que está libre de excentricidades innecesarias.
Ahora bien, siempre será mejor llegar en metro al trabajo que no protestar públicamente (hace falta estar desacertado) por viajar en clase turista, tal como llegó a hacer el presidente del Consejo General del Poder Judicial de España, Gonzalo Moliner, que consideró que su presencia en los departamentos económicos del AVE trasladaba una mala imagen de la Justicia.
Sinceramente, tal como está la Justicia en España, a veces uno piensa que su imagen no la mejoraría ni una comitiva de magistrados accediendo a sus despachos de rodillas.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/44726/alocada-carrera-hacia-la-ejemplaridad